Prebel adopta tecnología de EAFIT para mejorar su competitividad y la atención al cliente

Enero 31, 2022

La pandemia aumentó en más de diez veces la cantidad de pedidos por internet en Prebel. Eso significó un reto logístico en cuanto a la agilidad para responder a las compras por ese canal y, por eso, en la empresa buscaron a investigadores eafitenses para resolverlo. 

Se contactaron con el Warehousing Lab de EAFIT, centro de investigación y aprendizaje en operaciones de almacenamiento que, en sintonía con el ADN de la Universidad de estar conectada con las organizaciones, les ofreció una solución que involucra tecnologías de la logística 4.0. Así funciona el desarrollo eafitense.

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Ladrillo que descontamina el aire, innovación de investigadores eafitenses

Febrero 11, 2022

Profesores y estudiantes de la Institución han logrado, tras 10 años de investigación, producir un material para recubrir ladrillos que –en contacto con el aire y bajo la acción de la luz solar– transforma gases contaminantes en sustancias lavables. 

El proyecto, al que se vincularon investigadores de la U. de A., es liderado por la doctora en materiales Claudia Palacio Espinosa, una de las científicas de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de EAFIT.

La historia del ladrillo para ayudar a descontaminar el aire que lidera Claudia Palacio Espinosa nació en una sala de televisión, hace 10 años, viendo un programa de NatGeo. Las contingencias ambientales que padecemos ahora en Colombia no daban fotos para abrir periódicos ni alertas en los noticieros de radio. La profesora eafitense estaba concentrada con ese programa por puro interés científico cuando se le encendió el bombillo.

Aunque el tema del ladrillo cuajó varios años después, a ella ese día le quedó sonando el concepto fotocatálisis heterogénea y se lo reservó para la siguiente reunión del recién creado Semillero de Investigación en Materiales, fundado en 2012 por estudiantes y docentes del pregrado en Ingeniería Física. En ese encuentro se definiría el objeto de estudio del grupo y Claudia Palacio habló de ese proceso con el que hoy se puede crear un producto que transforma los gases que contaminan el aire, y lo limpian.

El material es dióxido de titanio (TiO2), con el que se crea un recubrimiento que se hace crecer sobre ladrillos que -en las fachadas de los edificios, al estar en contacto con el aire y bajo la acción de la luz solar- puede transformar gases de la familia NOx (a la que pertenecen el NO y el NO2 que son contaminantes), SO2 y algunos compuestos orgánicos volátiles, también nocivos para los seres vivos y el medio ambiente. En términos no tan científicos, se puede decir que ese material transforma esos gases en otras sustancias que se depositan sobre las superficies de las fachadas y se pueden remover mediante lavado.

Al inicio no apareció el asunto ladrillo con nombre propio porque, cuenta la doctora en Ciencia de los Materiales de la Universitè de Limoges (Francia), se dedicaron a comprobar que el dióxido de titanio fuera efectivo en la transformación de los gases contaminantes. Para la evaluación debían, además de cumplir con estándares internacionales, crear reactores propios –la profe se ríe cuando recuerda que el primero que le mostraron los estudiantes era una caneca azul sellada con cinta de enmascarar y una vela adentro–.

Nada que ver con lo que han conseguido hoy tras un proceso en el que han aportado los trabajos de grado de estudiantes de pre y posgrado, profesores e investigadores de instituciones como la Universidad de Antioquia, que llegaron en el 2018, luego de que la profesora presentara un proyecto a Colciencias (hoy MinCiencias) en el que ya apareció que se estudiaría el uso del dióxido de titanio en los adobes de arcilla.

Los investigadores de la U. de A. –tres profesores, tres estudiantes de maestría y uno de pregrado adscritos a los grupos de investigación Gipimme y Giga– se vincularon para elaborar recubrimientos fotocatalíticos de TiO2 y definir la atmósfera en la que se evaluaron, así como acompañar los ensayos realizados para su análisis de respuesta ante los agentes contaminantes.

Esas evaluaciones se han hecho en un reactor especial que está en EAFIT y han estado a cargo de Andrés Felipe Mejía Roldán, estudiante de la maestría en Física Aplicada de la Universidad. En esa tarea, dice, los resultados indican que el dióxido de titanio que utilizan en el recubrimiento alcanza una efectividad hasta del 73 por ciento, muy alta según los cánones.

Ese TiO2 con el que están trabajando también tiene un sello especial. La profesora Claudia Palacio hace énfasis en la excelente calidad del polvo que logró sintetizar Alejandro Álvarez, uno de los estudiantes que han estado adscritos al proyecto. Einer Blanquisett, Andrea Wöllstein y Vanesa Tobón son otros universitarios que han aportado en la historia de la investigación desde el pregrado en Ingeniería Física.

¿Cuándo veremos los ladrillos descontaminantes en las fachadas de la ciudad? Claudia y Andrés Felipe son claros en que con el proyecto, que ha debido prorrogarse por asuntos relacionados con el confinamiento por la pandemia de covid-19, querían tener cubiertas con TiO2 para ladrillos que pueden transformar los gases mencionados. Eso ya lo lograron y lo que espera Fabio Vargas Galvis, uno de los investigadores de la U. de A., es que este proyecto “sirva de base para estudios a mayor escala, pilotos, tanto en lo que se refiere al uso de materiales fotocatalíticos, como a la forma de evaluar su desempeño en campo”.

En ese camino y para una posible comercialización del producto, Innovación EAFIT acompaña a los investigadores en procesos de solicitud de patentes y el estudio de variables para el análisis de la viabilidad de producción y comercialización. En esa meta es necesario que coincidan voluntades del sector constructor y del Estado en asuntos que pueden motivar el desarrollo como la emisión de bonos, certificados verdes o exención de impuestos a quienes los fabriquen y utilicen.  

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EAFIT y CES desarrollaron 11 productos a base de propóleos con asociaciones campesinas

Febrero 28, 2022

Las universidades lograron la fabricación de los prototipos derivados de esta materia prima en medio del proyecto Generación de valor agregado a la cadena apícola antioqueña financiado con recursos del Sistema General de Regalías, a través de la Gobernación de Antioquia.   

En el proyecto participaron integrantes de las organizaciones Asopisa del municipio de Salgar, Campo Dulce de El Bagre, DAPPCE de San Rafael y Miel del Bosque con sede en Urabá.

Un grupo de investigadores de las universidades CES y EAFIT acompañaron a cuatro asociaciones campesinas en Antioquia para generar valor a proyectos productivos que emplean el propóleo como materia prima y sirve de sustento económico a sus familias.

Por medio del proyecto Generación de valor agregado a la cadena apícola antioqueña se logró financiar, con recursos del Sistema General de Regalías, a través de la Gobernación de Antioquia, la fabricación de 11 prototipos derivados de esta materia prima para diversos usos, en este caso, como producto alimenticio.  

La docente e investigadora del pregrado de Biología de la Universidad CES, Viviana Torres Osorio, explicó que se elaboró una caracterización biológica y química de los propóleos provenientes de las asociaciones de productores campesinas. Se encontró que eran útiles para varios sectores, en especial, el cosmético y de alimentos.

“El objetivo del proyecto fue utilizar los propóleos que son los ingredientes naturales para elaborar, en este caso, prototipos que fueran útiles para el sector cosmético, farmacéutico o alimentario. Adicional a esto, buscamos con EAFIT implementar unos métodos de extracción que fueran más amigables con el medio ambiente y por último capacitar a los apicultores de estas regiones en técnicas de extracción,   impacto comercial que pueden tener los propóleos en el campo industrial y el efecto de la diversidad vegetal  que se ven reflejados en la calidad de los productos de la colmena o en los prototipos que se desarrollan a partir de estos, que no fuera solo la miel o el polen”, detalló la docente Viviana Torres.

En el proyecto participaron integrantes de las organizaciones Asopisa del municipio de Salgar, Campo Dulce de El Bagre, DAPPCE de San Rafael y Miel del Bosque con sede en Urabá.

“Buscamos establecer protocolos de extracción y obtención de propóleos, así como determinar los criterios de calidad de estos en las diferentes regiones, para desarrollar nuevos productos. Estandarizamos procesos de obtención que se compartieron con asociaciones de apicultores, para que los implementaran y generaran productos con valor agregado como, por ejemplo, cosméticos o alimentos nutricionales. Parte del proyecto se enfocó, también, en generar prototipos de cosméticos, barras alimenticias, yogures y otros productos que fueran de interés para esas asociaciones”, explicó Luz Deisy Marín Palacio, coordinadora del pregrado en Ingeniería de Procesos de EAFIT.

Los productos

El propóleo es una mezcla resinosa recogida por las abejas (Apis mellifera L.) a partir de la hoja, las yemas y la corteza de ciertas especies de árboles, que luego se mezcla con cera de abeja, polen y otras sustancias. A partir de este alimento se asumieron los retos de la aceptación sensorial y el uso de este ingrediente en alimentos convencionales.

Según el docente del pregrado de Nutrición y Dietética de la Universidad CES, Faiber Jaramillo Yepes, más allá de la parte sensorial del propóleo hay una limitación en cuanto a su aporte en términos de macronutrientes o micronutrientes, porque si bien hay una caracterización y se pueden encontrar proteínas, algunas vitaminas y minerales, el uso de este no se hace tanto con esos fines de enriquecer en términos nutricionales.

Para el investigador, el uso de la sustancia se basa en las propiedades que los diferentes componentes que tiene como ácidos fenólicos, compuestos antioxidantes, antimicrobianos y antivirales que pueden trasladarse al desarrollo del alimento y con esto poder ofrecer un producto funcional a las personas que lo lleguen a consumir.

“Desarrollamos una torta sin azúcar añadida y con chip de chocolate; unas barras de cereal con diferentes sabores porque podía ser un producto para un segmento específico como deportistas; también creamos tres energy balls que son unas bolitas tipo trufas con diferentes sabores: chocolate, miel, que se pretende con ellas también tener un aporte calórico importante para las personas que los consumen; también desarrollamos tres tipos de bebidas saborizadas tipo guandolo, canela, romero, manzanilla con jengibre; además bebidas lácteas y dos tipos de yogures con el fin de incorporar el propóleo y enmascarar su sabor amargo con uchuva y con uva”, especificó.  

De los productos más llamativos son los yogures de uva y uchuva. En ambos se incorpora la fruta. Normalmente para este tipo de alimentos hay que incorporar algunos conservantes o compuestos antimicrobianos para que el prototipo dure un poco más. Con el uso del propóleo se logró la funcionalidad adecuada de ser antimicrobiano, tener una actividad inmunomoduladora, por la concentración de propóleo, de 370 miligramos por porción, con la que se obtuvo una óptima vida útil evaluada durante más de 30 días.

Todos los prototipos fueron evaluados por el panel sensorial integrado por docentes y personal administrativo de la Facultad de Ciencias de la Nutrición y los Alimentos. Además, también participaron del proyecto los grupos de investigación CESNUTRAL, UTI, CBUCES y CECIF de la Universidad CES.  ​

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Este es otro de los proyectos en los que las universidades EAFIT y CES trabajan en conjunto, una alianza en la que suelen desarrollar soluciones y productos relacionados con el cuidado y la salud.
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Investigadores eafitenses ofrecen a la industria telas que capturan partículas invisibles

Marzo 29, 2022

Estas telas, creadas con nanotecnología y electrohilado, se pueden utilizar en mascarillas y en industrias que requieren zonas de aire con alta pureza como ocurre en las de fabricación de alimentos, cosméticos, fármacos o en el sector del transporte.

Los filtros de alta eficiencia hacen parte de los productos que ofrece la spin-off Bottom, creada recientemente por EAFIT y liderada por la profesora Mónica Lucía Álvarez Láinez, investigadora que desde hace una década explora las posibilidades de las nanofibras.

​​Puso sus ojos en lo que es tan pequeño que es casi invisible. La profesora eafitense Mónica Lucía Álvarez Láinez logró ver ahí, en las nanofibras, un potencial de soluciones para la sociedad y empezó a tejer con paciencia, durante casi una década de investigación, un proyecto que ahora se materializa en una spin-off que ofrece productos y servicios para filtrar material ultrafino, telas antibacteriales y membranas de separación de aceite y agua.

“Nuestro gran foco son los sistemas de filtración. Las mascarillas son unos de ellos, pero con la spin-off Bottom vamos a sistemas más robustos que se utilizan en espacios cerrados. Por eso seguimos explorando con los que están a prueba en el Tranvía de Ayacucho y en otras industrias como las de alimentos, cosméticos y farmacéuticas que requieren zonas de aire bastante puras”, dice la ingeniera Mónica para explicar en qué consisten las tecnologías que ofrece la nueva empresa eafitense.

La docente, líder del equipo de Bottom, se refiere con las mascarillas y a los filtros que se prueban desde mayo de 2021 en el Tranvía a dos productos que se crearon en el marco de la pandemia por covid-19, gracias al impulso de la Mincienciatón que propuso el Gobierno Nacional para financiar proyectos que ayudaran a mitigar los efectos del coronavirus.

Cuando llegó la pandemia, Mónica Lucía, quien es doctora en Física de la Universidad de Valladolid, llevaba años investigando las posibilidades de las nanofibras y las estaba aplicando en membranas que filtraran eficientemente material particulado del aire, esto en el contexto de las contingencias ambientales por contaminación que se viven en el Valle de Aburrá. Por eso cuando el Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación convocó a los investigadores ella tenía material y experiencia para proponer soluciones que han impulsado la creación de Bottom.

Sin embargo, el impacto de las membranas que crean en la spin-off transciende la pandemia. Según datos del informe técnico generado en el año 2018 por el Observatorio Nacional de Salud (ONS) respecto a la carga de la enfermedad ambiental en Colombia, el 8 por ciento de las muertes anuales en el país están relacionadas con factores medioambientales que pueden producir enfermedades respiratorias y cardíacas. Son enfermedades generadas por microorganismos como virus, bacterias, polen, material particulado, entre otros.

Adriana García Grasso, directora de Innovación EAFIT, comparte esos datos para explicar que la nanotecnología se presenta como una herramienta con el potencial para mitigar ese tipo de efectos. Agrega que Bottom “ha dado respuesta a diferentes necesidades en el campo de la salud y el medioambiente con conocimiento y tecnología de vanguardia en un contexto local, que permite fortalecer la competitividad nacional para disminuir la dependencia de desarrollos internacionales que son comúnmente más lentos, costosos, y generan mayor impacto ambiental en términos de huella de carbono”.

Los productos internacionales a los que se refiere Adriana suelen ser importados para mascarillas de uso personal, filtros de vehículos, purificadores de aire, ductos de aire acondicionado, chimeneas, entre otros. Por la atención de la necesidad del mercado que atiende Bottom y el valor agregado de sus productos y consultorías es que celebra su creación Julio Copeta Villa, vicerrector de Ciencia, Tecnología e Innovación de EAFIT.

“Con esta spin-off estamos haciendo un proceso de transferencia y uso del conocimiento, y es un buen ejemplo de lo que queremos ver en todo el ecosistema de ciencia, tecnología e innovación de la Universidad. Nosotros queremos superar el paradigma de tener proyectos que sean exclusivamente para generación de conocimiento, exclusivamente de transferencia, de desarrollo tecnológico, de innovación, de apropiación social del conocimiento o de formación. En realidad, queremos llegar a que tengamos esa contribución en todas esas dimensiones al mismo tiempo y eso lo ejemplifica”, dice el Vicerrector.

Ciencia de lo nano

La contribución que menciona Julio Copete consiste en la aplicación de conceptos de la nanotecnología y técnicas como el electrohilado con los que se produce una tela filtrante compuesta por miles de millones de fibras de tamaño nanométrico. Las fibras son 10 veces más pequeñas que las de los materiales usados en los tapabocas comerciales tradicionales. Con esa tecnología se crearon las mascarillas Bottom Mask: 2.000 ya se donaron en los departamentos Putumayo, Chocó, La Guajira y Valle del Cauca gracias a la Mincienciatón, una cantidad similar está en proceso de donación y actualmente se comercializan en la tienda Azul Amarelo de EAFIT (tiendaeafit@eafit.edu.co).

Esas telas ahora se producen a mayor escala gracias a que los investigadores pudieron acceder a una máquina de electrospinning, única en Colombia, lo que ha permitido lograr alianzas, visualizar oportunidades de negocio en la industria de los filtros de aire y ser coherentes con el espíritu que le da nombre a Bottom. La profesora Mónica Lucía cuenta que bautizaron así a la spin-off a propósito de la frase “there's plenty of room at the bottom”, que pronunció el estadounidense Richard Feynman, ganador del Premio Nobel de Física en el año 1965, refiriéndose a que en esa época aún había mucho por descubrir en una escala muy pequeña, la de los nanómetros.​

Así funciona la mascarilla Bottom Mask

Las Bottom Mask son hechas de varias capas de microfibras, fabricadas a partir de dos diferentes procesos que involucran la fusión de polipropileno (spunbond y meltblow). Además, estas microfibras son cargadas electrostáticamente para atraer el material que se desea filtrar. Las membranas basadas en nanofibras tienen la capacidad de filtrar tamaños 10 veces menores a los de una microfibra, ya que existe una mayor área superficial y un menor tamaño de poro para la membrana, lo que genera una alta probabilidad de captura para el material particulado de tamaño inferior a 0.3 μm (el tamaño del virus SARS-Cov 2 está entre los 0.04-0.14 μm) y lo más importante es que su capacidad de filtración se mantiene durante su uso.

Atributos

Mejor respirabilidad gracias a la baja caída de presión.

La membrana permite eficiencias de filtración bacteriana del 98%.

Es versátil, ligera, flexible y tiene múltiples opciones de diseño y uso.

Solución para problemas ambientales y de salud.​

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Las mascarillas Bottom Mask, uno de los productos de la spin-off, se pueden conseguir en cajas por 20 unidades y de manera individual en la tienda Azul Amarelo de EAFIT, con envíos nacionales.
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EAFIT es parte de una alianza que renovará los gases en Colombia

Abril 5, 2022

La Universidad es una de las tres instituciones educativas que integran GreenGas, una alianza creada por Promigas para generar conocimiento y capacidades científicas en producción y uso de hidrógeno, gas natural sintético de origen biológico (BioSNG) y biometano. 

Icesi y Universidad del Norte son las otras universidades que trabajan junto a filiales de la compañía de energía ​convocadas por su Centro de Investigación e Innovación en Energía y Gas (CIIEG).​

​​​​Esta es una de esas alianzas que se gestan entre el sector privado y la academia para beneficiar a toda la sociedad. EAFIT es una de las universidades colombianas aliadas de la compañía Promigas en un convenio para generar nuevo conocimiento y fortalecer las capacidades científicas y tecnológicas del país en producción y uso de gases renovables.

Promigas, que cuenta con 21 compañías dedicadas al transporte y distribución de gas natural, gas natural licuado y distribución de energía, lanzó en el año 2019 su estrategia de innovación, que incluye gases verdes como uno de sus focos estratégicos. Luego en el 2021 lanzó su Plan de Aceleración de Innovación 2021 - 2025, a través del cual convocó a EAFIT, Universidad del Norte y Universidad Icesi a integrar GreenGas, consorcio de investigación y desarrollo en gases verdes.

Cada institución educativa hace parte de un equipo que se enfocará a un tipo de gas específico. En el caso eafitense, tal como explicó Sara Hernández Hernández, jefa de transferencia de tecnología y conocimiento de la Universidad, el objetivo es desarrollar capacidades científicas tecnológicas, de conocimiento, de desarrollo y de innovación en el gas natural sintético de origen biológico (BioSNG).

Junto a EAFIT trabajarán Promigas y su filial Transmetano; hidrógeno corresponde a la Universidad del Norte y a Promigas; mientras que el biometano está a cargo de la Universidad Icesi, Promigas y su filial GdO.

“Este acuerdo representa un paso en el camino de Promigas y sus filiales hacia la transición energética en Colombia, en aras de fortalecer las capacidades en materia de investigación y desarrollo para la construcción de bases sólidas de conocimiento que permitan ofrecer cada vez más y mejores productos y servicios de energía que generen valor para nuestros clientes, la empresa y la sociedad” mencionó Juan Manuel Rojas, presidente de Promigas.

Julio Copete Villa, vicerrector Ciencia, Tecnología e Innovación de EAFIT, destacó el aporte que esta alianza brindará en el objetivo de hacer más renovable la energía térmica, a través de áreas prioritarias para el país como lo son los gases verdes y una economía circular en la que el manejo de estos insumos sea más sostenible y responsable con el medioambiente.

La visión del Vicerrector coincide con la de Marco Sanjuán, director del CIIEG, quien indicó que “para que los gases renovables lleguen a ser relevantes en la construcción de un futuro energético sostenible, Colombia requiere recurso humano, infraestructura de investigación y nuevo conocimiento que habiliten su producción y uso en diversos sectores”.​

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​La alianza se firmó inicialmente a cinco años e incluye proyectos de I+D, pasantías para investigadores y estudiantes, transferencia de conocimiento, acceso a tecnologías y recursos y de cooperación. La imagen corresponde al evento de presentación de la alianza en Barranquilla.​
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EAFIT y Grupo Familia liberan conocimiento con propósito social

Abril 22, 2022

La patente de invención de una carreta eléctrica otorgada por la SIC, desarrollada por las dos instituciones en un principio para favorecer a los recicladores, fue liberada para que su uso pueda masificarse en esa y otras industrias.

La carreta, resultado de un proceso liderado por investigadores de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de la Universidad, tiene en sus principales características que se mueve en dos direcciones, es apilable y sube pendientes.

El evento de liberación de la patente se realizó el 7 de abril con la presencia de representantes de EAFIT, Grupo Familia y recicladores de la Cooperativa Planeta Verde.

​​​Son 200 kilos los que mueve Arnoldo para vivir. De ahí saca su sustento, de recoger material en los barrios de Rionegro (Antioquia) para que luego sea reciclado. ¿Y qué tiene que ver Arnoldo con ingeniería, investigación, innovación y proyección social? Que Arnoldo es uno de los recicladores de la Cooperativa Planeta Verde que desde hace siete años se benefician con una invención que ahora está disponible para que pueda ser masificada.

En 12 horas de trabajo al día un reciclador recoge entre 60 y 80 kilos de reciclaje al día, que representa entre 12.000 y 20.000 pesos, entre 288.000 y 480.000 pesos al mes.

Esa invención es un vehículo de transporte eléctrico (similar a una carreta) que recibió patente de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) de Colombia en el año 2017, y que recientemente liberaron sus titulares, Grupo Familia y EAFIT.

La carreta fue desarrollada hace casi una década cuando la Fundación Familia buscó a profesores y estudiantes de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de la U para crear un proyecto que beneficiara a los recolectores. Entre sus características principales están que se puede halar hacia adelante o hacia atrás, se mueve en dos direcciones, y puede ser apilable, ocupan menos espacio.

Luis Fernando Sierra Zuluaga, profesor del Departamento de Ingeniería de Diseño e integrante del Grupo de Investigación en Ingeniería de Diseño (GRID) de EAFIT, explicó que esas especificaciones fueron esenciales para que la SIC entregara la patente y agregó que además ofrece seguridad para circular y para el usuario porque cuenta con elementos reflectivos, bocina, puede subir y se puede parquear en pendientes. “Además tiene un pack de baterías, motor, transmisión y un diferencial que hace que las ruedas que están fijas puedan girar a diferente velocidad cuando se toma una curva”, complementa el ingeniero.

Arnoldo pasó de recoger 60 a 120 kilos al día con la carreta creada por EAFIT y Grupo Familia, lo que representa $30.000 diarios y $720.000 al mes.

Las expectativas con este nuevo paso que da la Universidad en la transferencia de conocimiento se resumen en la intención de que esta carreta pueda beneficiar a muchas más personas. Así lo anunció Adriana García Grasso, directora de Innovación EAFIT, cuando dijo que el compromiso ahora es buscar las estrategias para que, ya liberada la patente, se pueda masificar, quizás con otras entidades, para que se pueda ampliar la incidencia del aporte que hacen los recicladores al medioambiente.

A propósito de esa intención de ampliar los beneficios de la invención, Sara Hernández Hernández, jefa de Transferencia de Tecnología y Conocimiento de EAFIT, anunció en el acto que oficializó la liberación, en un encuentro el 7 de abril en la Universidad, que dos entidades ya han manifestado interés en el vehículo, la Alcaldía de Sabaneta y la empresa de aseo Emaus Pereira.

Desde el punto de vista del ingeniero Luis Fernando Sierra el vehículo no solo es útil para la labor de los recicladores también puede ser útil en otro tipo de empresas que requieran transporte de material, como el sector automotor, por ejemplo.

Así empezó la historia

La Fundación Grupo Familia colabora con recicladores desde hace 13 años en un eje de trabajo que se llama Reciclaje con propósito, en el que se considera fundamental dignificar la labor de este gremio y mejorar su calidad de vida. “Desde ese contexto Familia entendió que era fundamental conocer cuál era la forma más adecuada para que se pudiera dar un traslado más eficiente de los residuos que ellos aprovechaban en el municipio de Rionegro”, explicó Luz Elena Aristizabal, jefa de la Fundación.

Fue ese el propósito con el que contactaron hace siete años a EAFIT, para buscar que el conocimiento viajara en doble vía, desde la academia a la sociedad y de la sociedad a la academia. Fue así como se creó un laboratorio de conocimiento que permitió el diseño de la carreta y su patente.

Lina Eugenia Cock Atehortua, docente del Departamento de Ingeniería de Diseño de la Universidad, recuerda como antecedente de esta colaboración trabajos de grado de estudiantes del pregrado en el que salió un primer prototipo, al que se fueron vinculando otros alumnos y docentes.

“Como profesores que vemos los proyectos de los estudiantes nos alegramos mucho cuando uno de estos se materializa en algo que está en la calle, ofreciendo un aporte social y a la sostenibilidad. Además, con una plataforma que, si bien se creó pensando en los recicladores, se puede adaptar para transportar cualquier tipo de material”, concluyó la docente.

¿Qué significa liberar una patente?

Las patentes protegen los desarrollos e invenciones que organizaciones e inventores realizan. Impiden que otras personas exploten comercialmente productos que, en muchos casos, implicaron años de investigación. Liberar una patente es permitirle a otras personas y organizaciones que desarrollen sus propias versiones y que aprovechen la investigación ya realizada.

¿Cómo acceder a la patente liberada?

Las personas, organizaciones o cooperativas interesadas en hacer uso de esta tecnología, pueden ingresar a la página web https://www.eafit.edu.co/innovacion/transferencia/Paginas/carreta-de-reciclaje-ECA.aspx​ donde estará dispuesta la información necesaria para aprovechar esta patente que ahora está al servicio de todos.

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Ciencia aplicada para producir un mejor caucho natural en Antioquia

Mayo 12, 2022

EAFIT continúa aportando valor a la producción de caucho natural en el Bajo Cauca antioqueño, a través de un proyecto que mejora los procesos químicos y agroindustriales en la planta de producción Rubbercorp, en Caucasia, y en la Asociación de Cultivadores de Caucho, Asculticaucho, en Tarazá. Los avances logrados en el proyecto elevan la calidad del caucho producido en la zona, ayudan al manejo ambiental de un desecho industrial que será transformado en un producto comercializable, y aportan dos unidades productivas con maquinaría para el proceso de laminado de caucho.

​​La producción de caucho en el Bajo Cauca antioqueño está repleta de desafíos, que van desde las dificultades para recolectar el látex por las malas condiciones de las vías terciarias, hasta los problemas de seguridad por el conflicto armado en la zona y los cultivos ilícitos. Sin embargo, la presencia de más de 1.200 familias productoras de caucho natural, la larga trayectoria de sus asociaciones y las más de 4.300 hectáreas destinadas para cultivar caucho fueron motivación suficiente para que el profesor Carlos Arturo Rodríguez y el Grupo de Investigación en Ingeniería Energía, Exergía y Sostenibilidad, adscritos a la Escuela de Ciencias e Ingeniería de EAFIT,   le apostaran a un nuevo proyecto de investigación.

Partieron de una experiencia que se hizo entre 2013 y 2016, donde realizaron una primera fase de exploración del caucho natural. “Uno de los frentes de esa investigación fue el desarrollo de varios equipos para el beneficio del látex de caucho, esta es una continuación que busca terminar algunos procesos para que este proyecto se convierta en una unidad productiva, porque anteriormente solo llegamos hasta el desarrollo de prototipos”, explica Carlos Rodríguez.

En esa primera etapa habían desarrollado dos laminadoras de caucho para la Asociación de Cultivadores de Caucho, Asculticaucho, ubicada en la vereda Santa Clara del municipio de Tarazá, Antioquia. Las experiencias que habían tenido los cultivadores con el uso cotidianos de esos equipos y las necesidades de la planta de producción Rubbercorp permitieron formular una nueva investigación titulada: Innovación y valor agregado al látex de caucho natural del Bajo Cauca Antioqueño, mediante la producción esbelta de láminas de caucho seco estandarizado, incorporando energías renovables y con criterios de sostenibilidad, un proyecto liderado por EAFIT y ejecutado en conjunto con el SENA, con recursos de MinCiencias y de la Gobernación de Antioquia.

Procesos innovadores

Este proyecto contribuyó con la creación de procesos químicos e industriales que permitirán el desarrollo de productos innovadores. Uno de esos es una lámina de caucho reducida en proteínas, que pueden causar alergias en los usuarios de productos de caucho natural. Héctor Arroyave, coinvestigador y magíster en Ciencia de Materiales, explica lo siguiente: “El látex tiene catorce tipos de proteínas, las catorce son alergénicas. Lo que se busca es reducir el 50 % de esas proteínas”. Para tal fin desarrollaron cuatro sistemas que permiten reducir las proteínas partiendo de insumos de bajo costo y de características industriales.

Otro proceso que mejoraron fue el de aprovechamiento de los residuos del látex de caucho centrifugado, el producto principal de la planta Rubbercorp. Al material residual se le conoce como suero skim y en él se va alrededor de un 4% a un 10% de caucho. Para darle valor a ese suero hay que coagularlo y posteriormente secarlo, bien sea en gránulos o en lámina. Ese proceso no estaba desarrollado y en consecuencia los desechos terminaban siendo vertidos sin un adecuado tratamiento. Entonces, se logró crear un sistema que brinda una solución a la problemática ambiental y permite producir un caucho skim de mejores propiedades: “Obtuvimos un caucho terminado de altas especificaciones técnicas en cuanto alto índice de elasticidad, con menores cantidades de proteínas, nitrógeno, cenizas y volátiles. Un producto que tiene altas probabilidades de uso”, comenta el coinvestigador.

Dotación tecnológica

El objetivo principal del proyecto era desarrollar dos unidades productivas de lámina de caucho. En Rubbercorp dejaron toda la línea productiva para obtener láminas de caucho natural, compuesta por la laminadora, los tanques de coagulación, el sistema para hacer reducción de proteínas, y el horno de secado que funciona con energía solar. En Asculticaucho, hicieron unos ajustes en el diseño y en la operación de las laminadoras que existían del proyecto anterior, dejaron unos tanques de coagulación y un sistema que incluye el horno de secado eléctrico con el que ya contaban en la asociación.

Para Luis Fernando Villorina, asistente administrativo de Asculticaucho, lo más importante que le deja el proyecto es “el conocimiento y la mejora de los procesos agroindustriales, porque Asculticaucho está en el proceso de construcción de una planta”. La representante legal de Rubbercorp, Beatriz García, reconoce que a partir de este proyecto van “a poder ofertar un producto que no sale mucho en el mercado, porque siempre se ha hecho una lámina artesanal, pero aquí se trata de obtener una lámina con una calidad diferente, que comercialmente tiene un plus”.

Transferencia de conocimiento

Se realizaron unas actividades de socialización, que permitieron compartir los conocimientos con cultivadores, productores, líderes de las asociaciones, equipo técnico de Rubbercorp y miembros del equipo de investigación del SENA de Caucasia. Entre estas se hicieron dos giras técnicas en Medellín, en las que 24 personas visitaron la Universidad EAFIT, el Instituto de Capacitación e Investigación del Plástico y del Caucho, el Centro de Manufactura y Diseño del Calzado y del Cuero del SENA, y la empresa de soluciones en caucho y plástico Extrusiones.

“Yo estoy muy contenta por todo lo que hemos visto, por el avance que ha habido en la investigación. Vemos que tenemos que ponerle todo el interés al cultivo del caucho”, dice Olga Marina Olmos, productora de Nechí, Antioquia. El proyecto terminó en abril de este año, pero el compromiso de los investigadores con la apropiación social del conocimiento continúa, tal como lo expresa la coinvestigadora Sandra González: “Esto no para acá. La idea es que sigamos aportando desde la academia con nuestro granito de arena para que la región siga creciendo”.

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Cultivadores y productores de caucho en el Bajo Cauca antioqueño participaron de una gira en la que visitaron a EAFIT, el Instituto de Capacitación e Investigación del Plástico y del Caucho, el Centro de Manufactura y Diseño del Calzado y del Cuero del SENA, y la empresa Extrusiones. Foto: Leidy Hernández.
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Telas que se limpian y planchan solas, logro de la nueva patente de EAFIT

Mayo 20, 2022

​La Superintendencia de Industria y Comercio patentó a la Universidad, gracias a la invención de dos profesoras, la fabricación de nanopartículas que crecen en los textiles para otorgarles atributos de autolimpieza y de antibacteriales.

Las investigadoras ya realizaron procesos de escalamiento industrial con Fabricato en los que encontraron otras propiedades adicionales en las telas intervenidas, se arrugan menos y resisten hasta 50 lavadas sin perder esas características. 

Lavan, limpian y hasta se podría decir que planchan. Lo único que necesitan para trabajar es luz solar. Así son las nanopartículas que dos profesoras de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de EAFIT cultivan en textiles para darles atributos antibacteriales y de autolimpieza. Lo lograron a través de un proceso que la Superintendencia de Industria y Comercio de Colombia (SIC) les patentó bajo el nombre Fabricación de nanopartículas in situ de óxidos metálicos dispersas sobre fibras.

Las inventoras son Julieth Carolina Cano Franco y Mónica Lucía Álvarez Laínez, quienes, luego de un proceso de investigación que comenzó en la maestría en Ingeniería de la Universidad, lograron afinar el proceso patentado. Lo hicieron con tanto éxito que incluso ya ha cumplido etapas de escalamiento industrial en Fabricato.

En términos sencillos, explica la ingeniera Mónica, las nanopartículas que crearon se ‘siembran’ en las telas para que crezcan y se expandan. Eso les confiere a los textiles los atributos de ser antibacteriales y autolimpiarse. ¿Cómo lo logran? Las partículas, que se activan al interactuar con la luz, tienen el poder de destruir las paredes de bacterias y organismos de la mugre.

Con la intención de trabajar con el sector productivo del país, las investigadoras, de la mano de Innovación EAFIT, se conectaron con Fabricato para un proceso de escalamiento industrial y lograron, en el laboratorio de la compañía, comprobar que la producción industrial es posible. Y no solo eso, allá identificaron un atributo adicional.

El proceso se aplicó en Fabricato en tres tipos de textiles -algodón, poliéster y nylon- en los que se acreditó que en las telas sembradas con las nanopartículas en una escala mayor se mantienen las propiedades antibacteriales y de autolimpieza, pero, además, se arrugaban menos.

Actualmente los investigadores están validando la eficacia de las nanopartículas en diferentes tipos de organismos, como con los que generan malos olores, que finalmente son producidos por microorganismos. Ya lo hicieron con dos relacionados con la tos y enfermedades estomacales -Staphylococcus aureus y Escherichia coli- que logran ser inhibidos en casi en dos segundos.

Otro de los aportes de la invención es el que menciona Julieth Carolina Cano al explicar que la modificación de telas con nanopartículas se suele hacer a través de la inmersión de las telas en una suspensión que contiene esas nanopartículas, un proceso que generalmente no tienen alta eficiencia.

“En nuestra invención, el proceso descrito en la patente permite el crecimiento in-situ de nanopartículas homogéneamente distribuidas en la superficie de las telas en una sola etapa con condiciones suaves de baja temperatura. Este proceso promueve una alta adherencia de las nanopartículas sobre las fibras, el aprovechamiento de la alta área superficial de las nanopartículas y el cubrimiento uniforme de las fibras”, asegura la investigadora, quien complementa que debido a las ventajas que ofrece el proceso, puede ser aplicado a diferentes tipos de sustratos textiles, ya sean tejidos o no tejidos, sintéticos o naturales. Ya comprobaron que las telas intervenidas pueden resistir hasta 50 lavadas sin perder las propiedades.

“Las telas nos pueden ayudar mucho porque todos las usamos, pero todavía no se ha explotado todo el potencial que tienen. Una tela nos puede colaborar a monitorear enfermedades, generar confort, proteger y prevenir. Hacia allá están yendo las grandes tendencias”, dice Mónica Álvarez para explicar que eso podría ocurrir, por ejemplo, con un cambio de color de la prenda en ambientes contaminados o, incluso, enviar señales sin ningún tipo de cableado.

¿Cuál es el sueño ahora con este proceso? El de la profesora Julieth Carolina es el de muchos investigadores, que la investigación, generada con mucho esfuerzo en los laboratorios, no se quede en el papel de los artículos científicos, “sino que pueda ser llevada a un producto o aplicación funcional a escala real y mejor aún, a una etapa de comercialización de la tecnología para que pueda tener un impacto mayor en la sociedad”.

EAFIT suma 64 patentes -56 nacionales y 8 internacionales-. Sara Hernández Hernández, jefa de Innovación EAFIT, explica la importancia de las patentes –específicamente las dos concedidas recientemente en Colombia y Costa Rica– y porqué la Universidad se concentra en conseguirlas.

¿Cuál es el valor que tiene patentar el conocimiento?

Las patentes se definen como un mecanismo de protección, una herramienta que pueden utilizar universidades con altos niveles de investigación para proteger las invenciones y el know-how de los investigadores que las posicionan como líderes. Adicionalmente, indican las capacidades que se tienen en ciencia y tecnología en Colombia, y cómo vamos en la ruta de darle prioridad a la innovación como punto estratégico de crecimiento económico. De manera más práctica, la patente constituye un título valor que concede derechos exclusivos de uso, explotación y transferencia de esa creación intelectual.

Este mecanismo, entonces, no es solo un aporte a la academia, como se considera comúnmente, también es un aporte al sector empresarial, ya que ayuda a la competitividad de diferentes industrias que participan en sectores económicos fundamentales para el país, ya sea en agricultura como es el caso del Biopesticida para la industria bananera, como también en el sector textil, uno de los más tradicionales de la región, como una de las aplicaciones para la tecnología de dispersión de nanopartículas.

¿Por qué desde Innovación EAFIT se le apuesta a tener patentes?

Las patentes, además de ser un mecanismo de divulgación y a la vez de protección del conocimiento que se genera dentro de la Institución, son también una forma de dar un valor agregado a las tecnologías, ya que aumenta las posibilidades de transferencia a nivel nacional e internacional. Es una prioridad para la Universidad, y una tarea fundamental desde Innovación, poder generar impacto y transferir conocimiento al ecosistema de empresas, sociedad civil o gobierno a través de las creaciones intelectuales.

¿Por qué es relevante tener patentes en otros países?

Esa importancia radica principalmente en el ámbito comercial, y por eso los países en los que vamos a proteger la invención se eligen principalmente basados en este criterio, buscando en cuales la industria de aplicación de la tecnología sea relevante y en crecimiento, para que se facilite a futuro la explotación comercial de la misma. ​

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EAFIT posee uno de los cocientes más altos en generación de patentes del país, que se obtiene al dividir el número de patentes (64) entre el total de grupos de investigación (44) que tiene la U, 1.45. La imagen es el registro con un microscopio una tela intervenida.
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EAFIT ya suma ocho patentes internacionales, la más reciente en Costa Rica

Junio 6, 2022

El Tribunal Registral Administrativo de Costa Rica concedió patente a la Institución y a Augura por el Proceso de producción de biomasa y metabolitos de microorganismos de la especie bacilus sp. y sus composiciones para el control biológico de plagas.

Esta es la octava patente que se le concede a la Universidad en el exterior. Las otras han sido obtenidas en Argentina, Chile, Estados Unidos, Alemania y Japón, mientras que en Colombia tiene 56.

​​El Tribunal Registral Administrativo de Costa Rica concedió a EAFIT y a la Asociación de Bananeros de Colombia (Augura) el registro de propiedad intelectual por el Proceso de producción de biomasa y metabolitos de microorganismos de la especie bacilus sp. y sus composiciones para el control biológico de plagas. Con este registro la Universidad llega a ocho patentes concedidas en el exterior y ratifica su propósito de conectar conocimiento con las soluciones que requiere la industria.

Se trata de un biopesticida que puede emplearse para el control de algunos hongos y bacterias patógenos de las plantas de banano, pero podría ser útil en otros cultivos con más estudios que respalden su eficacia. “Esta patente nos permite entrar en mejores conversaciones con posibles licenciatarios de la tecnología, porque está más protegida", indicó Valeska Villegas Escobar, doctora en biología e investigadora del Departamento de Ciencias Biológicas y del grupo de investigación en Ciencias Biológicas y Bioprocesos (Cibiop) de EAFIT.

La de Costa Rica se suma a otras siete patentes internacionales que ya tenía la Universidad, varias de estas gracias a la conexión que mantiene con las organizaciones. La primera fue en Japón en el año 2017, cuando en ese país la Institución y Argos recibieron protección a una invención que automatiza la medición de cambios en el volumen del cemento. Es un dispositivo más preciso y eficaz ante las alteraciones del cemento durante el proceso de hidratación. Más adelante también fue patentado por Alemania.

Luego llegaron las tres que concedió la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos. Dos gracias a una alianza con el Metro de Medellín y relacionadas con la inspección de ruedas de vehículos ferroviarios y otra, también con Augura, a un proceso de producción de esporas que promueven el crecimiento vegetal de cultivos como el banano, el maíz y el tomate.

Las otras dos, en relación con los metrocables, se obtuvieron en Argentina y en Chile, ambas al Sistema de monitoreo de la condición de circulación de vehículos en el punto de conexión y operación entre el cable, la cabina, la estación y la pinza soporte en un sistema de transporte de tracción por cable.

Antonio Julio Copete Villa, vicerrector de Ciencia, Tecnología e Innovación de EAFIT, explica que “conseguir una patente internacional aumenta el nivel de protección que puede tener una invención en particular, y se prioriza para tecnologías y desarrollos con un mayor potencial de ser comercializables o licenciables en otros países”.

En ese mismo sentido se expresa Sara Hernández Hernández, jefa de Innovación EAFIT, cuando dice que la importancia de las registros internacionales “radica en el ámbito comercial, y por eso los países en los que se protege la invención se eligen principalmente basados en ese criterio, buscando en cuales la industria de aplicación de la tecnología sea relevante y en crecimiento, para que se facilite a futuro la explotación comercial”.

Esa protección se hace necesaria, además, y tal como dice el Vicerrector, porque en el ámbito global uno de los escenarios a los que se enfrenta el sistema de ciencia tecnología e innovación es el de la protección de propiedad intelectual. Aunque hay convenios entre países para la respetar esa protección, la existencia de diferentes ordenamientos jurídicos hace que siempre sea mejor tener los registros.

No se trata, como se estima comúnmente, de un mecanismo que solo aporta a la academia. Así lo asegura Sara Hernández, quien considera que las patentes nacionales e internacionales también son un aporte al sector empresarial, “ya que ayudan a la competitividad de diferentes industrias que participan en sectores económicos fundamentales para el país, como en el caso del Biopesticida para la industria bananera patentado en Costa Rica”.

EAFIT tiene ocho patentes internacionales.

NOMBREPAÍS
Sistema de monitoreo de la condición de circulación de vehículos en el punto de cone​xión y operación entre el cable, la cabina, la estación y la pinza soporte en un sistema de transporte de tracción por cable.​Argentina
Sistema de monitoreo de la condición de circulación de vehículos en el punto de conexión y operación entre el cable, la cabina, la estación y la pinza soporte en un sistema de transporte de tracción por cable.Chile
Sistema y método para detectar defectos ferroviarios en la redondez de las ruedas de un vehículo ferroviario.Estados Unidos
Método para la inspección de los parámetros geométricos de ruedas de vehículos ferroviarios.Estados Unidos
Proceso para incrementar la producción de biomasa y esporas de bacterias promotoras del crecimiento vegetal del género Bacillus.Estados Unidos
Proceso de producción de biomasa y metabolitos de microorganismos de la especie Bacillus sp. y sus composiciones para el control biológico de plagas.Costa Rica
Método y dispositivo para medir los cambios volumétricos en una sustancia.Alemania
Método y dispositivo para medir los cambios volumétricos en una sustancia. Japón
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Las ocho patentes internacionales que tiene EAFIT también han sido patentadas en Colombia por la Superintendencia de Industria y Comercio. La Universidad y Augura trabajan hacen varios años en conjunto para favorecer la agroindustria del banano.
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Científicos marinos de cinco universidades saldrán a explorar el Golfo de Urabá

Junio 8, 2022

En el marco de la conmemoración del Día Mundial de los Océanos, convocado por Naciones Unidas para el 8 de junio, investigadores eafitenses anuncian que harán una expedición de cuatro días al Golfo a partir del 21 de junio. Navegarán junto a científicos de U. de A., Universidad Nacional, Universidad de Florida (Estados Unidos), Universidad de Ultrecht (Países Bajos) y US Naval Academy para conocer cómo gestionan sus fuerzas las aguas del Atrato y del mar Caribe.

​​​​Estarán navegando sobre la lucha milenaria que libran el Atrato y el mar Caribe en el Golfo de Urabá. ¿Cuál es viaje que hace una gota de agua en medio de ese encuentro titánico? Esa es la respuesta que quieren empezar a responder 24 expedicionarios anclados al mar con el corazón y por la ciencia.

Ataviados con equipos de medición de corrientes y con la humildad de quienes son cercanos al océano, navegarán durante 40 horas continuas bajo el liderazgo del profesor eafitense Juan Felipe Paniagua Arroyave. Llegarán con la certeza de la lucha del delta del Atrato por salir al Caribe ante la resistencia del mar, pero con la pregunta sobre el papel que cumple la marea ante esas fuerzas.

¿Cómo se mueven las aguas del río y del mar en el Golfo?, ¿cuál queda en la superficie y cuál en el fondo? y ¿cómo salen al océano? son interrogantes que asumen investigadores de EAFIT, U. de A., Universidad Nacional, Universidad de Florida (Estados Unidos) y Universidad de Ultrecht (Países Bajos) con la asesoría de la US Naval Academy, el apoyo de la Gobernación de Antioquia y como parte de una de las líneas de investigación que apoya el grupo G8 Universidades.

Esta comunión de intenciones y conocimiento tiene más relevancia este 8 de junio, cuando se conmemora el Día Mundial de los Océanos, y tras el acto protocolario de la primera piedra del Puerto Antioquia, instalada el pasado 23 de abril. La obra, tal como dijo Daniel Palacios, ministro del Interior y gobernador ad hoc de Antioquia para los puertos de Urabá, estaría terminada en el año 2025 e implicaría infraestructura para la industria hotelera, restaurantes y aduanas, entre otras.

Qué pasa si hay un derrame de hidrocarburos y cómo se moverían los desechos que se generan con una mayor ocupación son algunas preguntas que Juan Felipe, ingeniero civil y magíster en Ciencias de la Tierra de EAFIT, cree que es necesario responder para favorecer el desarrollo de la región. En esa tarea se apoya en los conocimientos sobre el mar, sus corrientes, las olas y sus efectos, los bancos de arena y las mareas que ha adquirido en gran parte gracias al doctorado en geomorfología y procesos costeros que hizo en la Universidad de Florida.

Conexión con los sistemas

La intención de la expedición está acorde con los propósitos de EAFIT de conectarse con las organizaciones y los sistemas públicos. Tal como dice Anderson Amaya Saldarriaga, otro de los expedicionarios, entender cómo se mueve el agua al interior este ambiente estuarino, teniendo en cuenta variables como el viento, el gradiente de presión y salinidad, la geología y la morfología del Golfo tiene que ver con asuntos científicos, económicos y sociales relevantes para Antioquia y Colombia.

Anderson, ingeniero civil y compañero del profesor Juan Felipe Paniagua en el Grupo de Investigación en Hidrología de los Andes del Norte de EAFIT, justifica esta y otras misiones científicas al Golfo porque desde lo económico, por ejemplo, seguramente con los puertos planeados las ciudades de la región crecerán mucho en las próximas décadas.

“Colombia tiene pocas ciudades importantes en la costa, y esto debe cambiar para que la economía siga creciendo”, dice Anderson, quien además resalta que en la región de Urabá el fenómeno del retroceso costero es fuerte en muchos municipios. “Entender qué está pasando es el primer paso para que los organismos del Estado tomen las mejores decisiones”, complementa.

Justamente uno de los referentes de cómo la ciencia puede conectarse con los sistemas públicos lo encuentra Juan Felipe Paniagua en Basic-Cartagena, un proyecto de investigación aplicada sobre las interacciones entre cuencas, mar y comunidades en la zona costera de Cartagena. La iniciativa, que cuenta con financiación internacional y la participación de varias universidades, entre estas EAFIT, ha entregado resultados desde que comenzó en el año 2014.

Entre los aportes de Basic están una herramienta tecnológica que recibieron poblaciones cartageneras para pronosticar la contaminación de las aguas, así como la creación de un sistema de alertas tempranas que utiliza datos obtenidos de la observación del océano para mitigar accidentes ambientales como los derrames de hidrocarburos y predecir posibles factores contaminantes en la Bahía.

Eso es justamente lo que Juan Fernando Paniagua sueña que ocurra con las misiones del Golfo, lograr que ese conocimiento se traduzca en soluciones para la comunidad. Eso es lo que él le prometió al mar en una de esas primeras salidas de campo, cuando ante la humildad que sintió ante la inmensidad del mar le prometió estudiarlo, conocerlo y comprenderlo para ayudar al desarrollo de las comunidades.

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Parte de los equipos de medición que se usarán en la misión del 21 de junio han sido utilizados en otras mediciones en Estados Unidos. La misión del Golfo de Urabá espera regresar en agosto a repetir la medición. En la imagen Juan Felipe Paniagua.
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