La historia de las montañas contada por sus rocas

Septiembre 10, 2020

El estudio de rocas de las cordilleras Occidental y Central permite a investigadores de EAFIT
reconstruir la evolución de los Andes del norte, en Antioquia, desde hace millones de años hasta el último medio siglo. Conoce esta interesante historia.

Jonathan Andrés Montoya Correa, Periodista. Información y Prensa de EAFIT.
 

El Centro de Monitoreo de la Conservación del Ambiente, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, declara a Colombia como un país megadiverso. Y esto se debe, en gran parte, a los miles de millones de años de procesos geológicos que han dado lugar a cordilleras, valles, sistemas de fallas y condiciones climáticas que propician que esta sea una de las 17 naciones que albergan el 70 por ciento de la biodiversidad del planeta.

Por eso, Colombia no solo es un país megadiverso, también es geodiverso. Esta afirmación se evidencia en todos los paisajes que componen el territorio nacional incluido, por supuesto, el del Valle de Aburrá, donde se levanta Medellín. No es gratuito, por ejemplo, que la vista desde el parque Arví, con sus colinas y altiplanos, sea tan diferente de la que se aprecia desde uno de los miradores de la avenida Las Palmas.

Otra cosa es observar la ciudad desde alguno de sus tres cerros tutelares de la parte plana (El Volador, Nutibara y La Asomadera), en comparación con lo que se ve desde el Alto de la Virgen, en Guarne, o la geografía para quien está en el Alto de San Miguel, donde nace el río Medellín. Y todo eso es muy diferente a lo que ve alguien que se lanza en parapente desde San Félix en dirección Occidente-Oriente.

¿Por qué el Valle de Aburrá se comporta tan diferente, cómo se formó y cómo sigue reacomodándose?, ¿por qué no se puede comprender como una unidad sino como un territorio geológicamente diverso?, ¿por qué tenemos el paisaje actual? y ¿cuál es la historia tras la formación de las montañas que lo conforman?

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La asimetría del Valle de Aburrá lleva a los investigadores a pensar que no se puede seguir entendiéndolo desde el punto de vista geológico como se ha hecho hasta ahora.

Foto: Róbinson Henao

El trabajo de los "médicos de la Tierra"


Las anteriores son algunas de las preguntas que intenta responder la investigación Historia de la erosión en el corto, mediano y largo plazo de las cordilleras Central y Occidental de los Andes del norte, departamento de Antioquia.

Se trata de un estudio que adelanta el Grupo de Investigación en Geología Ambiental e Ingeniería Sísmica de EAFIT, liderado por la profesora María Isabel Marín Cerón, y en el que participa un grupo interdisciplinario de estudiantes y docentes del Departamento de Ciencias de la Tierra e investigadores de la Universidad Nacional de Colombia-Sede Medellín y de otras instituciones educativas de España, Suiza, Australia y Estados Unidos, entre otros.

Para hacerlo diseñaron una ruta de escalas que va desde el largo plazo (miles de millones de años) hasta el corto (de 50 años a algunos miles).

“Los geólogos somos como los médicos de la Tierra y si queremos hacer una buena práctica con lo que tenemos en este momento en la superficie, tenemos que mirar su historia clínica primero. Esas escalas de tiempo corresponden a dicho propósito”.

Esto comenta Santiago Noreña Londoño, ingeniero geólogo de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín y estudiante del doctorado en Ciencias de la Tierra de EAFIT.

Él es uno de los investigadores de este proyecto y explica así la importancia de trabajar en estas tres escalas, que son una oportunidad para entender el pasado y predecir el futuro desde la geología.

Para él, otra de las posibilidades que permite el estudio evolutivo es que cuando se trata de investigaciones geológicas estas se hacen, por lo general, desde escalas muy grandes que no incluyen la dimensión humana.

“Se invierten muchos recursos humanos, económicos y tecnológicos, pero no hay una aplicación real –asegura Noreña–. Lo que nosotros queremos es entender la evolución de los Andes del norte, de las montañas de Antioquia, pero respondiendo a las necesidades locales de generar un producto de información científica de calidad que responda a problemas concretos como la pérdida de áreas productivas, la estabilidad de la infraestructura o los riesgos sísmicos, por mencionar algunos”.

La orogenia es la ciencia de la geología que estudia la formación de las montañas y es fundamental para comprender sistemas complejos como las montañas.
La tarea de ponerle nombre y edad a una roca

Colombia se encuentra en la zona de subducción entre las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana, es decir, cada vez que la primera empuja a la segunda (en el proceso que se conoce como de “pulsión”) genera un aumento de presión y temperatura que desencadena una serie de procesos geológicos en la Tierra. Uno de ellos fue, precisamente, el origen de la cordillera de los Andes hace más de 60 millones de años.

En nuestro grupo queremos entender, en primer lugar, la geodinámica interna y externa de esas montañas, es decir, los factores internos y externos de la Tierra que originaron los paisajes geológicos que tenemos ahora”, señala la profesora María Isabel Marín Cerón, investigadora líder de este proyecto.

Y continúa: “Yo siempre les digo a mis estudiantes que es como si alguien prendiera un fogón. Al calentar la corteza los magmas, volátiles y/o fluidos que se generan tienen dos opciones: quedarse ahí o salir a través de algunas de las fallas geológicas. Ese material se enfría al interior de la corteza (rocas plutónicas) o al exterior (rocas volcánica), cuando sale y entra en contacto con diferentes factores de la superficie, por ejemplo la lluvia, se erodan y se depositan estos materiales. Todo esto se puede encontrar ahí, en las cordilleras y valles que tenemos”.

El nombre técnico de este proceso se conoce como cooling exhumation. Es decir: qué se formó en la profundidad, cuánto tiempo ha pasado para que vaya subiendo y quede expuesto, el tiempo de enfriamiento durante el proceso de ascenso y su exposición en la superficie.

“¿Y cómo lo estudiamos? A través de muestras de rocas de esas montañas, tomando rocas desde el valle del río Cauca hasta el páramo de Belmira para observar cómo ha sido esa evolución”, manifiesta la investigadora.

Ella agrega que son esos procesos de exhumación (ascenso) y enfriamiento de las rocas los que cuentan la historia de la formación de las montañas actuales.

“A una roca no podemos preguntarle cómo se llama, pero sí usar diferentes herramientas y técnicas para llamarla, darle una edad, saber dónde y cuándo se formó, cuándo salió a la superficie y cuánto tiempo lleva expuesta. Eso permite tener una idea aproximada de la orogenia, que es el estudio de la formación de las montañas”.

Poder observar cómo esas montañas se han reacomodado con los diferentes pulsos de exhumación y ver las respuestas de los bloques tectónicos que conforman las cordilleras de los Andes del norte, en función de la presión que se dirige de Occidente a Oriente, motivó a los investigadores a ir un paso más allá y entender cómo esa historia del paisaje se refleja en escalas de tiempo más cortas. Para ese fin tomaron el Valle de Aburrá como uno de sus casos de estudio.

De la orogenia andina a cómo se formó ese hueco

Si una persona observara desde el aire el río Medellín se encontraría con que este, en un punto del valle, da un giro abrupto y cambia su curso. Y así se repite a lo largo de su recorrido.

Es más, al levantar un perfil de este mismo río desde su nacimiento en el alto de San Miguel (Caldas) y luego a través de su paso por diferentes zonas como La Aguacatala, Tricentenario, El Hatillo y Porce se pueden identificar en su curso otra serie cambios (en especial los llamados gargantas o puntos de quiebre).

Según la docente María Isabel, cada uno de esos puntos parece estar asociado a que por ahí pasan sistemas de fallas.

Y es entonces donde entran otras ramas de la geología como la orfotectónica y la neotectónica, entre otras, para analizar cómo el paisaje ha respondido y sigue respondiendo a esas fallas.

“Es decir, cómo se abrió o cómo se formó este ‘hueco’ en el que estamos. Este es un valle muy ‘raro’ y su asimetría nos muestra que no podemos seguir entendiéndolo como lo hemos hecho hasta ahora, sino como la respuesta a procesos tectónicos que, sumados a factores del clima, nos generan regiones muy diferentes entre sí”, explica la investigadora líder del proyecto.

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Resultados prácticos

De esta manera, dividieron el valle en cuatro sectores o subcuencas tectónicas y avanzaron a una escala mucho más reducida –aproximadamente 50 años–, para reconstruir la historia geológica reciente de la región. Solo que, en esta ocasión, el narrador de dicho relato son los diferentes depósitos de rocas que deja el río Medellín tras su paso o las cicatrices con las que estas marcan los árboles cercanos.

A través de estas muestras, además de informes de EPM durante los últimos 50 años y perfiles longitudinales del río, los investigadores lograron identificar, por ejemplo, cuáles lugares eran más susceptibles de que se formaran avenidas torrenciales, cómo es la zonificación de la región de acuerdo con la distribución
de los fenómenos naturales y cuál es la probabilidad de que estos se repitan en determinada zona.

Al respecto, el estudiante de doctorado Santiago Noreña ratifica que entender cómo funcionan las rocas se traduce, también, en grandes oportunidades para la región en temas de gestión del riesgo: “Una roca fresca es estable, una descompuesta no es tan estable. Por eso comprender cómo una roca se va transformando a lo largo del tiempo permite saber si un suelo es más peligroso o estable que otro”.

Y ese mismo proceso, en sus palabras, también podría usarse para entender la dinámica del río o la frecuencia con la que se desborda, o incluso la amenaza sísmica. “Nuestra intención es construir una base de datos muy sólida que nos permita, a todos, estar muy atentos con los fenómenos locales que nos afectan”,
afirma Noreña.

Finalmente, otro de los impactos de la investigación se relaciona con temas de geoconservación y geoturismo. Como explica la profesora María Isabel Marín, la idea es que la gente pueda realizar una “parada bonita” en alguno de los puntos del Valle de Aburrá y, al mismo tiempo, aprender algo sobre geología.

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De cuerpos impermanentes y reflejos de agua

 Irene Agudelo Saldarriaga

Estudiante maestría en Estudios Jurídicos, Universidad EAFIT.​

iagudelos@eafit.edu.co

​​Nataly Montoya Restrepo

Doctora en Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesora asistente de la Escuela de Derecho, Universidad EAFIT.

​nmontoy5@eafit.edu.co

Luis Miguel Ocampo Marin

​locampo8@eafit.edu.co​​​​

 

​​​¿Qué imaginas cuando digo agua? ¿En tu imaginación cabe un río completo con sus formas caprichosas, sus sonidos y todo lo que lo alimenta? ¿Puede acaso un río completo tener lugar en tu imaginación, o en la de cualquiera?
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¿Qué imaginas cuando digo agua? ¿En tu imaginación cabe un río completo con sus formas caprichosas, sus sonidos y todo lo que lo alimenta? ¿Puede acaso un río completo tener lugar en tu imaginación, o en la de cualquiera?

Cuando digo agua ¿aparece en tu mente un río del que bebes, en el que chapoteas juguetonamente y te bañas? ¿Ves el contraste de su azul y del verde de los árboles que nos enseñaron a pintar en la infancia? Y si pregunto por el agua con la que te duchas y cocinas tus alimentos, ¿cambia en algo tu respuesta?

¿Piensas en la empresa que permite que salga agua por las llaves de tu casa? ¿Puedes ver las bocatomas, los espejos de agua artificiales, los muros de presa, los canales, los túneles de conducción o los turbogeneradores de pasada para la generación de energía? ​¿Ves construcciones humanas o ves agua? ¿Ves el agua o lo que queremos y necesitamos que ella sea?

¿Empiezas a dudar de lo que ves cuando digo agua? ¿Tienes ahora la impresión de que en tu imaginación caben muchas aguas? ¿Cómo te conectas con el agua? ¿Puedes ver tu reflejo en ella? ¿Te imaginas vinculado a ella o como un usuario de sus servicios? ¿Esa agua que imaginas tiene muchos que la usan y pocos que la cuidan? ¿Qué significa cuidarla?

Cuando digo agua, ¿imaginas el río, la lluvia o la nieve?

¿Y si también somos agua? ¿Y si el río soy yo? ¿Dónde nazco? ¿Qué digo? ¿Qué daños he sufrido? ¿Qué llevo y traigo en mis aguas? ¿Cuál es mi camino al mar? ¿Con cuáles otros ríos, bosques, montañas, páramos, animales y personas me conecto?

Conozco el mundo desde la cima de la montaña, desde los bosques hasta las desembocaduras. Corro surcando caminos caprichosos, fluyo a veces tranquila y flexible, otras apasionada y decidida. Me adapto a otras formas y colores. Mi suavidad y blandeza es fuerza. No me rompo, me escabullo y serpenteo para marcar coordenadas.

En mis aguas traigo vida. Llevo conmigo lo que me ofrece la montaña y, a mi paso, recojo lo que cada quien me entrega. Algunas personas me ofrendan las memorias de su pueblo, me adoran, me honran como parte suya, me escuchan y siguen mi sonar. Beben y cantan en mi orilla, en donde observan el fluir de la vida.

En otras orillas, los ojos que miran me dan la espalda. Creen que soy invisible, pero existo sin sus miradas. Han olvidado que vivo en sus entrañas. Habito como un fantasma su cotidianidad. No tomo venganza: sobreviven en un estado de desmemoria.

Intentan contener mi fluir. ¡Niegan mi libertad! Creen que al represarme van a gobernarme. Desconocen que somos uno en cada momento. Aquí y ahora estamos unidos y, al frenar mi andar, obstruyen las venas del cuerpo de la tierra, interrumpiendo los caminos entretejidos de la naturaleza.

¡Pero soy libre! ¡Fluyo libre entre lo vivo! Penetro las profundidades de la tierra y me elevo en altos cúmulos. Alimento la vida. Habito el cuerpo humano, el vientre de la tierra y la columna de los árboles. Fluyo también en ríos aéreos que el viento lleva a otras tierras.

En medio de mi danzar, subo y bajo al compás de la naturaleza. Me relaciono con otros seres. Seres que buscan agua, agua que busca al río, río que busca al mar.

El agua que usamos depende de otras personas, de otros ríos, de otros bosques. ¿Tienes derecho al agua? ¿Conoces de dónde viene el agua de tu ciudad? ¿Cómo te relacionas con ella? ¿Te has preguntado si el agua es más que el río? ¿Le debemos cuidado, atención y gratitud a ese “algo más" que el río? ¿Y si el río y todo lo que coexiste con él tiene derecho a estar sano? ¿Y si es el río el que tiene derecho al agua? ¿Por qué los derechos son entonces solo para la humanidad?

Afirmamos que, como humanidad, debemos satisfacer nuestras necesidades básicas mediante extensos abastecimientos de agua y, cuando resulta insuficiente para nuestro bienestar, proclamamos el derecho humano a ella.

¿Agua limpia y saneamiento para quién? Pretendemos que la calidad del agua sea adecuada para la vida humana. Agua para nuestro consumo, pero olvidamos que otras especies también la habitan y dependen de ella, otras vidas que tienen otras formas de medir y sentir si su ecosistema se encuentra en bienestar y equilibrio.

Reconocemos múltiples derechos con la aspiración de mejorar nuestra calidad de vida. Pensamos en nuestro derecho humano al medio ambiente sano, pero ¿nos cuestionamos si es la naturaleza la que tiene derecho a estar sana?

Los imaginarios del agua viven en la conciencia colectiva y, como imaginarios, también los podemos cambiar, repensar las formas en que queremos relacionarnos con el agua y permitirle vernos a través de ella. Cuando respetamos los caminos del agua todo fluye, todo pasa en la impermanencia de la vida. En el movimiento cíclico de las aguas todo vuelve y todo retorna. Reconozcámonos en el agua, libres, flexibles y llenos de fuerza para encontrarnos con el mar.​​​

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¿Qué son los riesgos Natech? EAFIT sabe cómo identificarlos y mitigarlos

Junio 7, 2023

Son accidentes tecnológicos o industriales que pueden causar liberación de materiales peligrosos detonados por fenómenos naturales como inundaciones, avenidas torrenciales, movimientos en masa, sismos o rayos. 

En el marco de un proyecto con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, la Universidad creó una metodología para identificar en el territorio áreas vulnerables ante este tipo de eventos.

Incorporar prácticas de evaluación y gestión de riesgos ante eventos Natech es clave para contribuir a la resiliencia territorial. La imagen corresponde a una de las jornadas de trabajo sobre el tema en EAFIT.

El efecto dominó ilustra de forma clara cómo una acción puede desencadenar grandes consecuencias. De forma similar funcionan los accidentes industriales provocados por eventos de origen natural conocidos como Natech, a los que EAFIT ha dedicado su atención con el desarrollo de una metodología para identificar los índices de vulnerabilidad en el territorio metropolitano ante este tipo de escenarios. 

Se trata de una metodología creada en el marco de un proyecto con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá que se enfoca en instalaciones industriales que manipulan o almacenan sustancias nocivas o peligrosas en áreas susceptibles a amenazas de origen natural.

Los Natech (Natural Hazards-Triggered Technological Accidents) son accidentes tecnológicos o industriales que involucran la liberación de materiales peligrosos detonados por fenómenos naturales como inundaciones, avenidas torrenciales, movimientos en masa, sismos o rayos. No obstante, otros factores han hecho que aumenten las probabilidades de ocurrencia de eventos Natech como el crecimiento de las ciudades y el incremento demográfico.  

La gestión de este tipo de riesgos ha comenzado a ocupar un lugar en la agenda internacional, lo que ha suscitado interés por comprender mejor estos escenarios. “Desde EAFIT llevamos aproximadamente 30 años trabajando en temas asociados a la geología ambiental y la gestión del riesgo. En este proceso nos hemos hecho muy fuertes en la gestión de amenazas y riesgos desencadenados por fenómenos naturales y, en los últimos años, hemos venido trabajando en esas afectaciones de los fenómenos naturales en instalaciones industriales y cómo generan estos riesgos nuevos”, expresa Marco Fidel Gamboa, director del proyecto entre EAFIT y el Área Metropolitana. 

Incendios, explosiones, dispersión de nubes tóxicas, contaminación de suelos y acuíferos son solo algunos de los eventos secundarios que podrían provocar los Natech. Por lo tanto, es importante y útil conocer las amenazas que existen en el territorio mediante metodologías fundamentadas, para que las autoridades competentes sepan dónde centrar su atención y qué medidas preventivas se deben priorizar para proteger la vida, la estabilidad y el patrimonio de sus habitantes 

“Hemos desarrollado esta metodología para identificar la condición de riesgo Natech en el Valle de Aburrá y soportar la toma de decisiones en cuanto al ordenamiento territorial. Es un insumo muy importante que llama a un equipo multidisciplinar de la Universidad a desarrollar este tipo de metodologías, que son útiles no solo para las autoridades locales, sino también para las empresas que quieran identificar este tipo de riesgos en sus instalaciones industriales”, afirma María Camila Suárez, integrante del equipo de Gestión del Riesgo Tecnológico y Natech de EAFIT.  

Los investigadores expresan que la Universidad ha desarrollado hace un tiempo metodologías relacionadas con la gestión del riesgo y ha articulado su trabajo con organismos a nivel nacional, logrando así posicionarse como un referente en este campo en diferentes instancias y escalas. En el país no había precedentes de apuestas metodológicas en la gestión de riesgos Natech, lo que convierte a EAFIT en una institución pionera en el tema y capaz de trabajar de forma articulada.   

“EAFIT ha sido un aliado fundamental para el Área Metropolitana porque, con su experticia y la trayectoria que tiene en gestión del riesgo y en el desarrollo de proyectos innovadores, nos da la certeza técnica de que el producto no solo será de calidad, sino que podemos llevarlo a todas las comunidades y públicos interesados, para que esta problemática desconocida pueda ponerse al servicio de todos y proteger la vida de los habitantes metropolitanos”, concluye Luz Jannette Mejía, líder de la Unidad de Gestión del Riesgo del Área Metropolitana del Valle de Aburrá. ​

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Una expedición para conmemorar un siglo de investigación en La Tatacoa

Junio 15, 2023

Cerca de 60 investigadores de las universidades EAFIT, Del Rosario, Michigan, Cambridge, Zurich, el Museo de Chicago y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, entre otras entidades, viajaron al desierto para conmemorar un siglo de investigación paleontológica en este lugar.  

La región de La Tatacoa es reconocida por su abundancia de fósiles, algunos con una antigüedad de hasta 13 millones de años. En la expedición surgieron nuevas preguntas e hipótesis relacionadas con la riqueza paleontológica de la zona.

Sobre la expedición, que se hizo entre el 15 y 22 de mayo, se realizó un documental que será presentado en las próximas semanas. Este es el tráiler.

​Un suelo árido, cientos de rocas y un cielo estrellado podrían ser la impresión inicial de un turista al contemplar el desierto de La Tatacoa. A pesar de eso, al adentrarse en la tierra con una lupa en mano, el panorama comienza a transformarse. Un grupo de alrededor de 60 expertos y estudiantes en diferentes ramas de la paleontología se embarcaron en un viaje a este lugar en busca de fósiles, con un motivo especial: celebrar el centenario de investigación en este importante yacimiento tropical. 

Carlos Jaramillo, geólogo y científico asociado al Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, fue el organizador de este encuentro que reunió a investigadores de EAFIT, la Universidad del Rosario, la Universidad de Michigan, la Universidad de Cambridge, la Universidad de Zurich, el Museo de Chicago, entre otras instituciones y medios de comunicación. La expedición incluyó en su agenda actividades destinadas a la participación de la comunidad local, que muestran cada vez más interés y curiosidad por comprender la historia que se encuentra preservada en el paisaje que la rodea. 

En 2019, Andrés Cárdenas Rozo, profesor de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de la EAFIT, participó en otra expedición con estudiantes de paleontología para elaborar un mapa hidrológico de la región. Con esta nueva inmersión, quiere responder otros interrogantes, por ejemplo, ¿cuál tipo de bosque existía en La Tatacoa? y ¿cómo ha evolucionado la fauna a raíz de las variaciones climáticas?, temas relevantes en la actualidad, dado los cambios de temperatura que experimenta el planeta.   

En el caso de Camila Martínez Aguillón, profesora de Sistemas Naturales y Sostenibilidad en el programa de Biología de EAFIT, su interés se centra en la paleobotánica, no obstante, destaca que este encuentro “fue casi como un congreso que nos permitió compartir nuestras ideas y pensar en posibilidades de colaboración. También, fue un espacio para que los estudiantes conocieran a estos expertos y se les abrieran panoramas académicos. Fue muy emotivo que las personas de la comunidad se acercaran a conocernos, ver qué estábamos haciendo y aprender más sobre paleontología”.  

¿Qué información pueden aportar los fósiles vegetales? Diana Karen Pérez Lara, estudiante del doctorado en Ciencias de la Tierra de EAFIT, llegó desde México para trabajar con la asesoría de la profesora Camila. Su tema de investigación son las maderas fósiles (también llamados xilópalos) de La Tatacoa, que pueden proporcionar información sobre el clima que existía hace 13 millones de años en este ecosistema.  

Durante la expedición, Diana Karen recolectó alrededor de 80 muestras en diferentes puntos del desierto. Hasta ahora, ha identificado una especie predominante de leguminosa, lo cual es un hecho poco común en un bosque convencional. También, encontró una especie que se desarrolla cerca de ríos, lo que plantea la hipótesis de si existió en La Tatacoa un bosque húmedo y diverso. 

Estas y otras preguntas surgieron en el viaje, así como la reafirmación de la pasión por la paleontología. Diego Armando Urueña Carrillo es un joven que nació en la zona norte de La Tatacoa. Un día conoció esta ciencia gracias a un semillero de investigación, pero fue su dedicación y habilidad lo que le permitió obtener el apoyo de personas que gestionaron una beca en EAFIT para estudiar Geología. Su sueño se hizo realidad a principios de este año, convirtiéndolo así en el primer paleontólogo profesional del municipio de Villavieja en los últimos 100 años.  

“Cuando las personas se dan cuenta de que este proyecto crece y que un joven de la comunidad puede ir a estudiar, entienden la importancia que tiene. El Museo de Historia Natural de la Tatacoa y todos los procesos han generado una apropiación y una concientización en la comunidad de la importancia de la paleontología en el desierto de La Tatacoa”, expresa Diego. 

Museo de Historia Natural de la Tatacoa  

En la vereda La Victoria, ubicada en el municipio de Villavieja, se encuentra el Museo de Historia Natural de La Tatacoa, un proyecto que surgió gracias al impulso de los hermanos Andrés y Rubén Vanegas. Desde temprana edad, comenzaron a recolectar fósiles, guardando las muestras en su propia casa, con la meta de algún día tener un museo que permitiera su conservación. 

Con el apoyo de diversas instituciones, como el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, EAFIT, Universidad del Rosario, Parque Explora, Universidad del Norte, Instituto Humboldt, entre otras, el museo se hizo realidad. En la actualidad, alberga más de 1.700 piezas fósiles de diferentes especímenes, entre las cuales se identifican mamíferos, reptiles, peces, aves y madera petrificada. 

Mayores informes
Alejandro Gómez Valencia
Área de Contenidos – Departamento de Comunicación EAFIT
Teléfono: 574 2619500 ext. 9931
Correo electrónico: jgomez97@eafit.edu.co​ 

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Investigadores encontraron cuatro nuevas especies de tarántulas en el pacífico colombiano

Junio 27, 2023

​Mariana Echeverri, Sebastián Gómez Torres, Nicolás Pinel y Carlos Perafán son los investigadores de EAFIT que realizaron el importante hallazgo de cuatro nuevas especies de arañas en Bahía Solano, Chocó: Ummidia solana, Melloina pacifica, Euthycaelus cunampia y Neischnocolus mecana.

Este estudio representa una contribución significativa, ya que es el primer registro de estas especies en la región de Chocó, lo que amplía el rango de distribución geográfica de la comunidad de arañas Migalomorfas.

Temidas e incomprendidas, conocidas comúnmente como tarántulas, la comunidad de arañas migalomorfas es un grupo de seres vivos poco explorado. En una expedición a la costa del Pacífico colombiano, investigadores de EAFIT descubrieron y estudiaron cuatro nuevas especies pertenecientes a las familias Halonoproctidae y Theraphosidae: Ummidia solana, Melloina pacifica, Euthycaelus cunampia y Neischnocolus mecana.  

Este hallazgo es de gran relevancia, ya que es la primera vez que se encuentran ejemplares de estos grupos en la región de Chocó, lo que amplía el rango de distribución geográfica de las Migalomorfas y proporciona un mejor entendimiento del estado de conservación del ecosistema en cuestión.  

Pero ¿cómo se llega a descubrir nuevas especies de tarántulas? Todo comienza con la curiosidad y la pasión, dos cualidades compartidas por Mariana Echeverri Díez y Sebastián Gómez Torres, ambos biólogos eafitenses, quienes decidieron dedicar su tesis de pregrado a la elaboración de un inventario de tarántulas con el acompañamiento de Carlos Perafán y la asesoría de Nicolás Pinel, profesores e investigadores de la Universidad. 

“Después de revisar la literatura, nos dimos cuenta de que la región del Pacífico colombiano estaba abandonada en cuanto a estudios sobre este grupo. La mayoría de las investigaciones se enfocaba en la región de los Andes, pero a pesar de ser un hotspot de biodiversidad, Chocó tiene un vacío gigante en cuanto a conocimiento en esta área. Antes habíamos hecho contacto con el Jardín Botánico del Pacífico, entonces vimos la oportunidad de ir allá”, cuenta Mariana.  

Pasada esta etapa, los investigadores realizaron varias salidas de campo a Chocó, conscientes de la alta probabilidad de encontrar nuevas especies. Al regresar, comenzaron un riguroso proceso que implicaba ilustrar, diagnosticar, documentar y escribir con gran detalle sus observaciones.  

“Es necesario fotografiar muchas estructuras y órganos que tienen estas tarántulas, que por lo general son supremamente pequeños, pero brindan información muy importante para poder diferenciar entre especies. También fue clave escribir todas esas características morfológicas y discutir aspectos de su taxonomía”, dice Sebastián.  

Al comparar las estructuras, especialmente los órganos reproductivos de estas tarántulas, se podía observar que eran diferentes a los previamente documentados, como se detalla en el artículo publicado por los investigadores en la revista científica Zookeys. Según el profesor Nicolás Pinel, la identificación de nuevas especies se realizó a través de la descripción de la anatomía de las arañas, siguiendo los criterios establecidos en la ciencia. 

“Lo más especial de estas cuatro especies es que son nuevos registros para la región del pacífico. Dos de los géneros ya estaban reportados en la cordillera oriental (Amazonas), pero no en Chocó, entonces la particularidad está en que se amplía la distribución de esos linajes. Las tarántulas son especies con poca movilidad, lo que nos puede llevar a pensar que en algún momento Chocó y Amazonas estaban conectados por un corredor muy fácil de transitar entre los dos ecosistemas”, afirma Nicolás.  

Los investigadores consideran que este descubrimiento es vital para los campos de bioprospección y biotecnología, ya que representa un potencial de nuevos recursos biológicos con aplicaciones en diversos campos. Este es un primer paso para conocer la riqueza natural del país y aprovecharla mediante investigaciones más especializadas. 

La historia detrás de los​ nombres  

Para dar nombre a las cuatro especies de tarántulas, los investigadores se inspiraron en diferentes fuentes. En el caso de Ummidia solana, quisieron hacer referencia al municipio de Bahía Solano, donde se realizó el hallazgo, además, “solana” también significa “viento por donde sale el sol”. 

Melloina pacifica está inspirado en la región del pacífico. Por su parte, Euthycaelus cunampia es un gesto de agradecimiento hacia don José y don Antonio Cunampia, de la comunidad indígena Emberá. Estos dos hombres pasaron de ser cazadores para convertirse en guías del Jardín Botánico del Pacífico. 

Finalmente, Neischnocolus mecana establece una conexión con el corregimiento de Mecana, ubicado en el municipio de Bahía Solano, lugar en el que está ubicado el Jardín Botánico del Pacífico, institución que apoyó el estudio y promueve la investigación para la protección de la biodiversidad en este espacio.​​ 

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En la imagen las tarántulas identificadas por los investigadores. De izquierda a derecha Euthycaelus cunampia, Ummidia solana (macho y hembra), Melloina pacífica y Neischnocolus mecana (macho y hembra).
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Expedición científica halló fósiles botánicos en la Tatacoa

Agosto 2, 2023

Las primeras referencias a la paleontología son los dinosaurios y los mamuts, pero ¿qué pasa con las maderas? También nos ayudan a entender la evolución de la vida y cómo ha cambiado la Tierra porque son organismos del reino vegetal. 

Un grupo de científicos de las universidades EAFIT, Del Rosario, Michigan, Cambridge, Zúrich, el Museo de Chicago y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales se instaló en el desierto de la Tatacoa para hacer un viaje científico guiados por trozos de maderas fósiles. Este documental es una crónica de esa exploración.

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EAFIT, Nacional de Chocolates y Biosuroeste desarrollan proyecto de agricultura digital en cultivos de cacao

Agosto 11, 2024

En un proyecto colaborativo entre estas tres instituciones se creó un dataset de 20.000 imágenes que muestran diferentes etapas de maduración de mazorcas de cacao. Los datos permitirán entrenar algoritmos para la aplicación de una agricultura de precisión en este tipo de cultivos.      

En futuros desarrollos será posible para pequeños y grandes productores identificar los tiempos óptimos de maduración del cacao, planificar la fertilización y determinar el momento adecuado para la cosecha. Esto contribuirá a reducir las pérdidas de frutos y mejorar la eficiencia de producción.  

​¿La cámara de su teléfono celular puede identificar y distinguir cuando está capturando una imagen de un animal, un paisaje o un grupo de personas? Esto es inteligencia artificial, pero ¿qué pasaría si se aplicara este conocimiento al ámbito de la agricultura?  

El primer paso sería recopilar una gran cantidad de datos, tal como lo hicieron EAFIT, la Compañía Nacional de Chocolates y el Agroparque Biosuroeste en un proyecto que los congregó con el objetivo de construir un conjunto de datos que proporcionara información sobre las etapas de maduración de las mazorcas de cacao de las variedades CNCH12 y CNCH13. 

En esta primera fase, de lo que sería un proyecto a largo plazo de inteligencia artificial, Juan Felipe Restrepo Arias, docente e investigador del pregrado en Ingeniería Agronómica de EAFIT, explica que “capturar las etapas de maduración en cualquier cultivo es muy importante, porque en cada una de ellas hay que hacer alguna actividad agronómica, como fertilizar el cultivo, por ejemplo”. 

A través del entrenamiento de algoritmos con estas imágenes —que suman alrededor de 20.000— será posible tener diversas aplicaciones que ayudarán a crear una agricultura de precisión para pequeños y grandes productores de cacao. Esto permitirá fortalecer la toma de decisiones en cuanto a los momentos óptimos para la cosecha, la fertilización, la planificación de la producción y otros aspectos.  

Óscar Hincapié Echeverri, investigador de Fomento Agrícola de la Compañía Nacional de Chocolates, señala que la colaboración con la academia facilita estar al tanto de las nuevas tendencias. Además, agrega que “la industria 4.0 no solo beneficiará la competitividad y la productividad del cacao, sino también al sector agropecuario en general, ayudando a mitigar los efectos del cambio climático. Lo que hicimos con EAFIT va a ser la base para muchas investigaciones futuras. Por ejemplo, podremos explorar cómo generar alertas tempranas para la moniliasis del cacao, una enfermedad que afecta al 70% de la producción en Colombia”, afirma.  

Para lograr la creación de este dataset —uno de los más grandes de acceso público a nivel mundial— la Compañía Nacional de Chocolates facilitó la recolección de imágenes en su finca experimental ubicada en el municipio de Támesis (Antioquia), entre el primero de diciembre de 2022 y el 17 de febrero de 2023. Después de obtener la información, dos estudiantes eafitenses realizaron el proceso de etiquetado de datos de 4.116 fotografías de la variedad CNCH12. El primer conjunto de datos se encuentra disponible en este enlace.

“Considero que experimentar con estos enfoques y la agricultura digital es fundamental, ya que nos brinda unas herramientas muy útiles. Formarse todo lo que tenga que ver con aprendizaje en máquinas e inteligencia artificial nos prepara para lo que viene y tenemos que adaptarnos a este crecimiento”, expresa María Camila Giraldo, estudiante de octavo semestre de Ingeniería Agronómica, quien trabajó en el proyecto con María Isabel Salinas, de Ingeniería Física.  

Con la obtención de recursos el profesor Juan Felipe espera completar el proceso de etiquetado de la variedad CNCH13, entrenar los algoritmos y desarrollar una aplicación que permita a los agricultores, por ejemplo, identificar y contar los frutos en los árboles de sus cultivos a través de sus teléfonos celulares. Además, planea que esta información pueda ser cargada a la nube y utilizada para análisis posteriores.  

El cruce entre la ingeniería agronómica y la inteligencia artificial 

Los profesionales en Ingeniería Agronómica se han enfocado principalmente en cuestiones fitosanitarias y de nutrición de las plantas, sin embargo, la agricultura digital está ganando terreno gracias a los avances tecnológicos, ya que ha resuelto problemas que antes eran difíciles de abordar. En este sentido, EAFIT ha trabajado en el desarrollo de un perfil en el pregrado de Ingeniería Agronómica que aplique y utilice estas nuevas herramientas.  

“La inteligencia artificial, la agricultura digital y el uso de tecnologías tiene muchos impactos positivos, por ejemplo, agilizar diagnósticos y prevenir pérdidas ocasionadas por enfermedades a tiempo. También puede ayudar en el relevo generacional si hacemos de la agricultura algo más interesante, que puede acercarse a otras áreas como los seguros y las finanzas”, explica María Isabel Hernández, jefa del pregrado de Ingeniería Agronómica de la Universidad.  

En resumen, el objetivo con estas tecnologías es asegurar la calidad y el análisis de los datos. Las empresas enfrentan este desafío, y por eso se requiere de profesionales que no solo posean conocimiento en la materia, sino también la habilidad para realizar interpretaciones precisas, procesar la información y generar nuevo conocimiento. 

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La imagen corresponde a un árbol de cacao
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Las imágenes registradas corresponden a cuatro etapas distintas de madurez del cacao: etapa 1 (0 a 2 meses), etapa 2 (2 a 4 meses), etapa 3 (4 a 6 meses) y etapa de cosecha (6 meses). 
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Investigadores eafitenses se inspiraron en la naturaleza para crear una fuente de energía limpia

• Se trata del Electrodo Bioinspirado, un electrolizador que almacena y genera hidrógeno verde de manera eficiente. Este desarrollo se inspiró en la célula y sus mitocondrias, y utiliza nanotecnología para lograr una producción económica de energía limpia.

• Esta tecnología busca abordar los desafíos ambientales del planeta y contribuir a la sostenibilidad, ya que el hidrógeno verde se produce a partir de fuentes de energías renovables con bajas emisiones de contaminantes, ofreciendo una alternativa al uso de combustibles fósiles.

​Las temperaturas aumentan con intensidad, la contaminación del aire está es un desafío y en muchos países se preguntan por alternativas para crear un futuro limpio para la humanidad. El uso indiscriminado de combustibles fósiles y sus emisiones de gases contaminantes representa una problemática ambiental, lo que ha llevado al mundo a buscar horizontes verdes y sostenibles. 

Una de estas transiciones tiene que ver con la producción de energía a partir de fuentes naturales, un tema que convocó a investigadores eafitenses, quienes se dieron a la tarea de desarrollar un electrolizador hecho de silicio capaz de generar altas eficiencias en la producción de hidrógeno verde, un tipo de energía limpia que no contamina el aire y solo emite vapor de agua. Esta solución innovadora utiliza técnicas de nanofabricación y se inspira en fenómenos propios de la biología.
“Se llama bioinspiración. Básicamente, vemos cómo la naturaleza funciona y así empezamos a estudiar lo que hace la mitocondria para generar la energía celular. Ahí nos dimos cuenta de que ella también produce hidrógeno. Aprendimos de esto y, usando nanotecnología y materiales asequibles, ideamos una forma de hacer el proceso de electrólisis más económico”, explica Alexander Ossa Henao, profesor y coordinador del Grupo de Investigación en Materiales de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de EAFIT. Junto a él, Laura Carmona Saldarriaga, estudiante del doctorado en Ingeniería, y Ricardo Camargo, ingeniero de Diseño de Producto, han impulsado este proyecto.
Sumado a la generación de energía limpia a partir de fuentes renovables, el Electrodo Bioinspirado presenta una serie de beneficios y ventajas. Uno de estos es que su material de fabricación (silicio) es de bajo costo. Además, la estructura de esta tecnología logra reducir el valor de producción de hidrógeno verde en comparación con otros electrolizadores disponibles en el mercado que dependen de fuentes petroquímicas. 
Actualmente, el 97 % del hidrógeno consumido en el ámbito mundial se produce a partir de combustibles fósiles, mientras que el 3 % es hidrógeno verde. El profesor Alexander destaca el logro que representa la reducción del costo del procedimiento, dado que el 40 % del precio del hidrógeno está vinculado al del electrolizador. 
El Electrodo Bioinspirado, en consonancia con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 7, que promueve la energía asequible y no contaminante, busca reducir el costo de producción de este tipo de energía para fomentar su uso. Por esta razón, en la agenda mundial se ha establecido como meta que para el año 2030, el costo de 1 kilogramo de hidrógeno sea de 1 dólar, en contraposición al actual costo de 14 dólares.

Gracias al apoyo brindado por el Área de Transferencia de Tecnología y Conocimiento de EAFIT, los investigadores han obtenido recursos para el alistamiento tecnológico. Igualmente, han logrado identificar las oportunidades comerciales y las condiciones actuales del mercado, con el fin de llevar esta propuesta a una escala mayor, que contribuya a la preservación del medio ambiente mediante su introducción en el mundo empresarial.
Hasta el momento, el proyecto ha tenido reuniones con la Asociación Hidrógeno Colombia. Además, Natalia Raigoza Rodríguez, coordinadora de Transferencia de Tecnología y Conocimiento de EAFIT, menciona que se han “logrado contactos muy interesantes con los que ya se están explorando las necesidades puntuales de las empresas. Dos de ellas son Opex y Hevolución, con las que se está trabajando en el proceso de alistamiento tecnológico, diseño, puesta a punto y pruebas de un prototipo a escala real”.
Para el equipo de investigadores del Electrodo Bioinspirado, contar con este apoyo ha sido de gran importancia para ampliar su alcance y conectar con personas e instituciones interesadas. Su objetivo principal es llevar su solución fuera del laboratorio y extender su impacto a la industria y la sociedad en general.

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La posibilidad de utilizar el hidrógeno verde como vector energético ha sido promovida por organizaciones como el Banco Mundial, Naciones Unidas y la Comunidad Europea. La imagen corresponde a una de las presentaciones del producto a posibles aliados.
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Investigadores eafitenses impulsan la economía circular mediante el aprovechamiento de residuos de café

Febrero 23, 2024

Gracias a un proyecto financiado por el programa Plásticos Circulares de las Américas–CPAP, en el que participaron EAFIT, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, US&SU, Aoxlab, Pond Biomaterials y Aimplas, fue posible obtener una materia prima a partir del mucílago de café. 

A través de la fermentación se logró transformar este subproducto de la industria cafetera en insumos para dos prototipos: un empaque para café y una camiseta, ambos 100 % biodegradables.  

Compartir, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales son los principios fundamentales que promueve la economía circular en medio de un contexto mundial que pide implementar prácticas más sostenibles. En Colombia se generan aproximadamente 4 millones de toneladas de biomasa residual de café al año, lo que impulsó en 2023 un proyecto piloto financiado por el programa Plásticos Circulares de las Américas–CPAP de la Unión Europea. 

La ideación y posterior ejecución de la propuesta fue liderada por la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de EAFIT, en alianza con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, US&SU, Aoxlab, Pond Biomaterials (Dinamarca) y Aimplas (Instituto Tecnológico del Plástico de España), que desarrollaron en conjunto una materia prima a partir de los residuos de café, específicamente del mucílago. 

Los aportes de la Universidad a esta innovación fueron la elaboración de una red logística para la recolección de los residuos de café en el Valle de Aburrá, así como su posterior procesamiento. La separación, caracterización y producción de los monómeros vía fermentativa, fueron elementos clave para llegar a la producción de bioplásticos. 

“Del mucílago extraíamos unos componentes bastante interesantes, como los antioxidantes, que tienen una aplicación en la industria cosmética, de alimentos, farmacéutica y en la producción de bioplásticos”, explica Catalina Giraldo Estrada, profesora del área de Sistemas Naturales y Sostenibilidad de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería, resaltando los procesos biotecnológicos y de transformación con microorganismos que se implementaron en los laboratorios de la U.   

El Área Metropolitana del Valle de Aburrá, US&SU y Aoxlab apoyaron temas logísticos, de suministro y caracterización de los residuos. A nivel internacional, la empresa danesa Pond Biomaterials desarrolló un prototipo de textil (camiseta), mientras que Aimplas contribuyó en la creación de un prototipo de bolsa para empacar café, que cuenta con un recubrimiento para mejorar características de permeabilidad. Ambas creaciones tomaron como base los monómeros producidos por EAFIT y son 100 % biodegradables. 

Dentro del equipo de estudiantes, profesores e investigadores eafitenses que formaron parte de esta propuesta, también se encuentran Mario Cesar Vélez Gallego, del área de Computación y Analítica; Carlos Alberto Castro Zuluaga, del área de Industria, Materiales y Energía, y Luz Deisy Marín Palacio, jefa del pregrado en Ingeniería de Procesos. 

“Estamos haciendo una estimación de un residuo para generar productos de valor agregado, beneficiando así a pequeños productores. Igualmente, favorecemos la producción y consumo responsable al tener materias primas biodegrabales, una acción importante por el planeta”, afirma Luz Deisy sobre la importancia de contar con estos prototipos. Además, agrega que la iniciativa contribuyó en 6 Objetivos de Desarrollo Sostenible: Agua limpia y saneamiento; Industria, innovación e infraestructura; Ciudades y comunidades sostenibles; Producción y consumo responsables; Acción por el clima, y Alianzas para lograr los objetivos.  

Con el trabajo realizado, se espera poder conformar redes para futuros proyectos de investigación y conseguir financiación para llevar este piloto a procesos de mayor escala, donde los prototipos puedan tener una viabilidad comercial. Por ahora, como parte de esta iniciativa, se creó un clúster de bioplásticos en el que participan la academia, empresas del sector público y privado, y que dará lugar a nuevas propuestas relacionadas con el bioplástico.   

Economía circular  

Los procesos productivos, en la mayoría de los casos, generan subproductos y residuos que tienen una disposición final en el relleno sanitario, sin embargo, la economía circular propone que puedan ser utilizados para la generación de nuevos productos. Esta es la apuesta del programa Plásticos Circulares de las Américas de la Unión Europea, que busca propiciar un trabajo articulado con las cadenas de valor de plástico en el país.  

En Colombia, la idea fue explorar soluciones que plantearan modelos de negocio y productos más compatibles con los principios de la economía circular. Mediante una metodología de cocreación de ideas, se eligieron dos propuestas piloto, una en Bogotá y otra en Medellín, donde EAFIT participó en uno de los grupos de trabajo ganadores.  

De acuerdo con Kevin de Cuba, líder para Colombia del programa CPAP, la creación de estos prototipos tiene un gran potencial en diferentes mercados, no solo en Colombia, sino también en países de la Unión Europea. Asimismo, destaca el papel de la Universidad en el proceso: “Gracias al rol de EAFIT al poner a disposición sus laboratorios, conocimientos y habilidades para abordar muchas de esas brechas de habilidades para lograr estos prototipos, se llegó a la implementación exitosa del piloto”, concluye. ​ 

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En la imagen la investigadora Catalina Giraldo. Relacionada con la noticia: Investigadores eafitenses impulsan la economía circular mediante el aprovechamiento de residuos de café.
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​La gestión de desechos y la creación de materiales ecoamigables buscan contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En la imagen la investigadora Catalina Giraldo.
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¡Un océano de conocimientos! Eafitenses estudiaron 11 mil años de historia del mar

Marzo 11, 2024

La investigación se centró en el periodo geológico del Holoceno en las costas del Caribe y el Pacífico colombiano. Mediante simulaciones por computadora, se encontró que hay una influencia significativa de la actividad tectónica en la región.   

Estos hallazgos permiten avanzar en el conocimiento de los ambientes marinos actuales, predecir con mayor certeza cuál sería la respuesta ante el cambio climático y cómo hacer una planificación racional de las zonas costeras, vitales para el desarrollo económico y social del país. 

​​De los cerca de 3.000 kilómetros de zonas costeras que hay en Colombia se sabe poco. Al estar de pie en la playa, se podría pensar en cómo sube y baja el mar, pero también cómo la tierra varía su altura debido a diversos fenómenos. Estas fueron las preguntas que se hicieron los investigadores eafitenses Juan Felipe Paniagua Arroyave y José Fernando Duque Trujillo, de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería, quienes con el apoyo de Giorgio Spada, de la Universidad de Bolonia, y Daniele Melini, del Instituto de Geofísica y Vulcanología de Italia, simularon los cambios en el nivel relativo del mar en las costas del Caribe y el Pacífico colombiano en el periodo geológico conocido como Holoceno.  

Retroceder en el tiempo para analizar esta información tiene un motivo especial, ya que en los últimos 11 mil años ha habido una estabilidad climática que permite ver la variabilidad en el cambio del nivel relativo del mar, lo que proporciona una perspectiva más amplia. “Encontramos que la tectónica, los movimientos de las placas en la tierra, nos está mostrando que en la zona del Caribe y en algunas partes del Pacífico tiene una influencia muy grande en ese cambio en el nivel del mar, por lo tanto, no es solamente el agua, sino también la tierra que sube o baja”, afirma el profesor José Fernando.   

Entre los hallazgos se encontró que, al sur del Golfo de Morrosquillo, el nivel relativo del mar fue constante durante los últimos 11 mil años, mientras que al norte estuvo subiendo. Esto lleva a pensar que las desembocaduras y acantilados han estado en el mismo punto a lo largo de todo este tiempo, mientras que los cambios actuales en la cuenca son producto de la intervención humana con la deforestación y el aumento de la sedimentación.  

Por otra parte, en el Pacífico, los resultados sugieren que el nivel relativo del mar durante el Holoceno estuvo por encima del nivel actual y ha estado bajando, con un factor importante relacionado con la glacio e hidroisostasia (carga y descarga de hielo y agua), entre otros fenómenos. Además, se detectaron zonas en las que el nivel del terreno está bajando, como en Cartagena, algo que no se tenía en cuenta en el panorama regional y que los investigadores explican como el contraste con las zonas en las que hay levantamiento costero.  

Estos análisis son importantes, dice el profesor José Fernando, porque los escenarios que se pueden presentar son múltiples y complejos, desde el hundimiento de zonas cercanas al mar que son utilizadas para cultivos y zona hotelera, como también lo que podría pasar, hipotéticamente, en lugares como Bajo Cauca o Bajo Magdalena que, con un incremento de dos metros del nivel del mar, se cubriría una gran extensión de tierra.

¿Cómo viajar 11 mil años atrás? 

Para lograr los resultados presentados, se utilizó la supercomputadora Apolo de EAFIT, en la que se simuló la tierra como una cebolla que tiene en la parte de arriba una plastilina que se deforma, mientras que en el interior hay anillos líquidos, y a estos últimos se les brindó características de viscosidad.  

“Se utilizó un modelo de código abierto, desarrollado por los profesores Giorgio Spada y Daniele Melini. En la supercomputadora de la Universidad, pusimos los escenarios de viscosidad del manto para analizar la respuesta de los derretimientos de la Antártica y Laurentide al cambio de los casquetes de hielo, la deformación de la corteza, los cambios en la rotación de la tierra, la atracción gravitacional al agua y la deformación por el peso del agua”, explica el profesor Juan Felipe Paniagua.  

Estas simulaciones se compararon con datos publicados en la literatura científica sobre evidencias en los cambios del nivel relativo del mar de tipo geológico y estratigráfico, los cuales se recopilaron y organizaron en un marco común de tiempo. Nutrir esta información con metodologías estandarizadas para lograr resultados más confiables, menciona el investigador, posibilitaría tener un mapa que muestre los cambios y ayude a refinar los modelos para estas variaciones.  

Por ahora, los investigadores seguirán buscando recursos y alianzas con otros colegas para identificar variaciones tridimensionales en la estructura terrestre y hacer simulaciones más cercanas a la realidad del territorio colombiano. La proyección es tener un catálogo de evidencias del nivel relativo del mar que permita hacer predicciones ante los escenarios de cambio climático, aumento del nivel del agua, cambios en el uso del suelo, entre otros, y tenerlos en cuenta para una planificación racional del territorio. 

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Fotografía del mar relacionado con la noticia: ¡Un océano de conocimientos! Eafitenses estudiaron 11 mil años de historia del mar
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​El nivel relativo del mar hace referencia a la posición del mar en relación con la tierra. Conocer su variabilidad desde el pasado permitiría predecir su comportamiento. 
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