La historia de las montañas contada por sus rocas

Septiembre 10, 2020

El estudio de rocas de las cordilleras Occidental y Central permite a investigadores de EAFIT
reconstruir la evolución de los Andes del norte, en Antioquia, desde hace millones de años hasta el último medio siglo. Conoce esta interesante historia.

Jonathan Andrés Montoya Correa, Periodista. Información y Prensa de EAFIT.
 

El Centro de Monitoreo de la Conservación del Ambiente, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, declara a Colombia como un país megadiverso. Y esto se debe, en gran parte, a los miles de millones de años de procesos geológicos que han dado lugar a cordilleras, valles, sistemas de fallas y condiciones climáticas que propician que esta sea una de las 17 naciones que albergan el 70 por ciento de la biodiversidad del planeta.

Por eso, Colombia no solo es un país megadiverso, también es geodiverso. Esta afirmación se evidencia en todos los paisajes que componen el territorio nacional incluido, por supuesto, el del Valle de Aburrá, donde se levanta Medellín. No es gratuito, por ejemplo, que la vista desde el parque Arví, con sus colinas y altiplanos, sea tan diferente de la que se aprecia desde uno de los miradores de la avenida Las Palmas.

Otra cosa es observar la ciudad desde alguno de sus tres cerros tutelares de la parte plana (El Volador, Nutibara y La Asomadera), en comparación con lo que se ve desde el Alto de la Virgen, en Guarne, o la geografía para quien está en el Alto de San Miguel, donde nace el río Medellín. Y todo eso es muy diferente a lo que ve alguien que se lanza en parapente desde San Félix en dirección Occidente-Oriente.

¿Por qué el Valle de Aburrá se comporta tan diferente, cómo se formó y cómo sigue reacomodándose?, ¿por qué no se puede comprender como una unidad sino como un territorio geológicamente diverso?, ¿por qué tenemos el paisaje actual? y ¿cuál es la historia tras la formación de las montañas que lo conforman?

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La asimetría del Valle de Aburrá lleva a los investigadores a pensar que no se puede seguir entendiéndolo desde el punto de vista geológico como se ha hecho hasta ahora.

Foto: Róbinson Henao

El trabajo de los "médicos de la Tierra"


Las anteriores son algunas de las preguntas que intenta responder la investigación Historia de la erosión en el corto, mediano y largo plazo de las cordilleras Central y Occidental de los Andes del norte, departamento de Antioquia.

Se trata de un estudio que adelanta el Grupo de Investigación en Geología Ambiental e Ingeniería Sísmica de EAFIT, liderado por la profesora María Isabel Marín Cerón, y en el que participa un grupo interdisciplinario de estudiantes y docentes del Departamento de Ciencias de la Tierra e investigadores de la Universidad Nacional de Colombia-Sede Medellín y de otras instituciones educativas de España, Suiza, Australia y Estados Unidos, entre otros.

Para hacerlo diseñaron una ruta de escalas que va desde el largo plazo (miles de millones de años) hasta el corto (de 50 años a algunos miles).

“Los geólogos somos como los médicos de la Tierra y si queremos hacer una buena práctica con lo que tenemos en este momento en la superficie, tenemos que mirar su historia clínica primero. Esas escalas de tiempo corresponden a dicho propósito”.

Esto comenta Santiago Noreña Londoño, ingeniero geólogo de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín y estudiante del doctorado en Ciencias de la Tierra de EAFIT.

Él es uno de los investigadores de este proyecto y explica así la importancia de trabajar en estas tres escalas, que son una oportunidad para entender el pasado y predecir el futuro desde la geología.

Para él, otra de las posibilidades que permite el estudio evolutivo es que cuando se trata de investigaciones geológicas estas se hacen, por lo general, desde escalas muy grandes que no incluyen la dimensión humana.

“Se invierten muchos recursos humanos, económicos y tecnológicos, pero no hay una aplicación real –asegura Noreña–. Lo que nosotros queremos es entender la evolución de los Andes del norte, de las montañas de Antioquia, pero respondiendo a las necesidades locales de generar un producto de información científica de calidad que responda a problemas concretos como la pérdida de áreas productivas, la estabilidad de la infraestructura o los riesgos sísmicos, por mencionar algunos”.

La orogenia es la ciencia de la geología que estudia la formación de las montañas y es fundamental para comprender sistemas complejos como las montañas.
La tarea de ponerle nombre y edad a una roca

Colombia se encuentra en la zona de subducción entre las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana, es decir, cada vez que la primera empuja a la segunda (en el proceso que se conoce como de “pulsión”) genera un aumento de presión y temperatura que desencadena una serie de procesos geológicos en la Tierra. Uno de ellos fue, precisamente, el origen de la cordillera de los Andes hace más de 60 millones de años.

En nuestro grupo queremos entender, en primer lugar, la geodinámica interna y externa de esas montañas, es decir, los factores internos y externos de la Tierra que originaron los paisajes geológicos que tenemos ahora”, señala la profesora María Isabel Marín Cerón, investigadora líder de este proyecto.

Y continúa: “Yo siempre les digo a mis estudiantes que es como si alguien prendiera un fogón. Al calentar la corteza los magmas, volátiles y/o fluidos que se generan tienen dos opciones: quedarse ahí o salir a través de algunas de las fallas geológicas. Ese material se enfría al interior de la corteza (rocas plutónicas) o al exterior (rocas volcánica), cuando sale y entra en contacto con diferentes factores de la superficie, por ejemplo la lluvia, se erodan y se depositan estos materiales. Todo esto se puede encontrar ahí, en las cordilleras y valles que tenemos”.

El nombre técnico de este proceso se conoce como cooling exhumation. Es decir: qué se formó en la profundidad, cuánto tiempo ha pasado para que vaya subiendo y quede expuesto, el tiempo de enfriamiento durante el proceso de ascenso y su exposición en la superficie.

“¿Y cómo lo estudiamos? A través de muestras de rocas de esas montañas, tomando rocas desde el valle del río Cauca hasta el páramo de Belmira para observar cómo ha sido esa evolución”, manifiesta la investigadora.

Ella agrega que son esos procesos de exhumación (ascenso) y enfriamiento de las rocas los que cuentan la historia de la formación de las montañas actuales.

“A una roca no podemos preguntarle cómo se llama, pero sí usar diferentes herramientas y técnicas para llamarla, darle una edad, saber dónde y cuándo se formó, cuándo salió a la superficie y cuánto tiempo lleva expuesta. Eso permite tener una idea aproximada de la orogenia, que es el estudio de la formación de las montañas”.

Poder observar cómo esas montañas se han reacomodado con los diferentes pulsos de exhumación y ver las respuestas de los bloques tectónicos que conforman las cordilleras de los Andes del norte, en función de la presión que se dirige de Occidente a Oriente, motivó a los investigadores a ir un paso más allá y entender cómo esa historia del paisaje se refleja en escalas de tiempo más cortas. Para ese fin tomaron el Valle de Aburrá como uno de sus casos de estudio.

De la orogenia andina a cómo se formó ese hueco

Si una persona observara desde el aire el río Medellín se encontraría con que este, en un punto del valle, da un giro abrupto y cambia su curso. Y así se repite a lo largo de su recorrido.

Es más, al levantar un perfil de este mismo río desde su nacimiento en el alto de San Miguel (Caldas) y luego a través de su paso por diferentes zonas como La Aguacatala, Tricentenario, El Hatillo y Porce se pueden identificar en su curso otra serie cambios (en especial los llamados gargantas o puntos de quiebre).

Según la docente María Isabel, cada uno de esos puntos parece estar asociado a que por ahí pasan sistemas de fallas.

Y es entonces donde entran otras ramas de la geología como la orfotectónica y la neotectónica, entre otras, para analizar cómo el paisaje ha respondido y sigue respondiendo a esas fallas.

“Es decir, cómo se abrió o cómo se formó este ‘hueco’ en el que estamos. Este es un valle muy ‘raro’ y su asimetría nos muestra que no podemos seguir entendiéndolo como lo hemos hecho hasta ahora, sino como la respuesta a procesos tectónicos que, sumados a factores del clima, nos generan regiones muy diferentes entre sí”, explica la investigadora líder del proyecto.

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Resultados prácticos

De esta manera, dividieron el valle en cuatro sectores o subcuencas tectónicas y avanzaron a una escala mucho más reducida –aproximadamente 50 años–, para reconstruir la historia geológica reciente de la región. Solo que, en esta ocasión, el narrador de dicho relato son los diferentes depósitos de rocas que deja el río Medellín tras su paso o las cicatrices con las que estas marcan los árboles cercanos.

A través de estas muestras, además de informes de EPM durante los últimos 50 años y perfiles longitudinales del río, los investigadores lograron identificar, por ejemplo, cuáles lugares eran más susceptibles de que se formaran avenidas torrenciales, cómo es la zonificación de la región de acuerdo con la distribución
de los fenómenos naturales y cuál es la probabilidad de que estos se repitan en determinada zona.

Al respecto, el estudiante de doctorado Santiago Noreña ratifica que entender cómo funcionan las rocas se traduce, también, en grandes oportunidades para la región en temas de gestión del riesgo: “Una roca fresca es estable, una descompuesta no es tan estable. Por eso comprender cómo una roca se va transformando a lo largo del tiempo permite saber si un suelo es más peligroso o estable que otro”.

Y ese mismo proceso, en sus palabras, también podría usarse para entender la dinámica del río o la frecuencia con la que se desborda, o incluso la amenaza sísmica. “Nuestra intención es construir una base de datos muy sólida que nos permita, a todos, estar muy atentos con los fenómenos locales que nos afectan”,
afirma Noreña.

Finalmente, otro de los impactos de la investigación se relaciona con temas de geoconservación y geoturismo. Como explica la profesora María Isabel Marín, la idea es que la gente pueda realizar una “parada bonita” en alguno de los puntos del Valle de Aburrá y, al mismo tiempo, aprender algo sobre geología.

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Las comunidades, con más conocimientos para salvar la bahía de Cartagena

Enero 26, 2022

Este lugar, orgullo de la nación y tesoro del turismo, se halla en estado crítico. Desde hace siete años, una investigación ofrece diagnósticos precisos que facilitan la toma de decisiones para mitigar los efectos de la contaminación y mejorar la calidad de vida de la gente a su alrededor.

Christian Alexander Martinez Guerrero, Comunicador de la Vicerrectoría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad EAFIT.

Hay lugares que uno visita y queda con la sensación de no querer volver. Para mí, uno de esos fue Cartagena de Indias en diciembre de 2019. Aunque sé que hay desigualdades en todas partes, las que noté allá me impactaron mucho.

Hace poco volví por motivos laborales y hoy solo pienso cuánto me gustaría poder regresar para hacer trabajo con las comunidades, regresar para conocer más historias como la de Mirla Aaron Freite.

Tiene 51 años. Sus días comienzan bien temprano. Junto a “Popi”, su mamá, recibe a los vecinos con una taza caliente de café cerca de las cinco de la mañana. Ella es los oídos y la voz de sus vecinos.

Es una líder social y no hace falta ser muy astuto para adivinar que en sus venas corre algo más que sangre. En su mirada se le nota eso que hace pensar en un mejor futuro: la pasión y la ilusión. Quizá, esas dos palabras tambien podrían definir su vida.

Y es que no hay de otra. Pareciera que siempre sabe qué hacer y a quién acudir para resolver los problemas que rondan en su comunidad, una pequeña isla ubicada al sur del casco urbano de Cartagena con un tamaño similar al del municipio de Itagüí en Antioquia.

Ahí vive Mirla, esta líder social oriunda de Santa Marta, quien después de ir y venir por otros lugares de la costa Caribe colombiana decidió asentarse hace 25 años en este territorio donde se confunde la arena del mar con la tierra de sus calles sin pavimento.

Tiene dos hijos: un joven soñador que desde 2018 migró a Berlín (Alemania) y una chica trans que ha aprendido de su madre a hacer valer sus derechos.

Tierra Bomba es un lugar en medio del mar, pero sus casi 3500 habitantes no tienen servicio de agua potable. Allí, la oferta de empleo es casi nula, pero a todo el frente suyo se produce más de la mitad del producto interno bruto (PIB) del departamento de Bolívar, gracias al turismo.

En uno de los costados de su playa se bañan los niños en medio de las lanchas de sus padres y tíos, pero a unos 10 o 15 metros flotan pañales, mascarillas y muchas bolsas plásticas.

Hombre pescando en el mar

La investigación es financiada por el Centro Internacional de Investigación para el Desarrollo de Canadá. Es liderada por la Universidad EAFIT, con participación de las universidades de los Andes y de Cartagena, y el apoyo de la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique y la Fundación Hernán Echavarría Olózaga. 

Foto: Pixabay

 

¿Cómo llegar a Tierra Bomba?

Esta es una de las preguntas sugeridas por Google y los resultados de la búsqueda normalmente muestran una realidad distinta a la que yo vi.

Ni aquello es mentira ni lo que les cuento es la verdad absoluta, pero definitivamente las monedas tienen dos caras y descubrir un poco estas dualidades fue, en sí, el objetivo de mi viaje.

En Tierra Bomba viven personas oriundas de diversas zonas del país, sobre todo de los departamentos cercanos.

También ha sido lugar de llegada de muchos migrantes venezolanos. Es un pueblo que vive fundamentalmente de actividades alrededor del turismo como la venta de comida, artesanías, servicio de masajes y de la pesca tradicional.

Como a todos, la pandemia los golpeó emocional y económicamente muy fuerte. “Prácticamente fue gracias a los pescadores que pudimos sobrevivir. Todos los días los esperábamos. Entre dos y tres pescaditos por familia. Nos ayudaron mucho”, recuerda Mirla sobre los días más cruentos del revolcón social que propinó ese agente casi invisible del cual aún hoy sentimos sus consecuencias..

Pero tanto antes como después del COVID-19, Tierra Bomba debe enfrentar desafíos de grandes magnitudes que, por su complejidad, no tienen una única solución.

Se trata de la alta contaminación de la bahía de Cartagena, la zona común de Tierra Bomba y las comunidades de Barú, Ararca, Caño del Oro, Bocachica, Punta Arena y Pasacaballos que hacen vida alrededor de este cuerpo hídrico.

Durante casi 500 años, esta ha sido el puerto principal del Caribe colombiano, conocido también como “Puerta del comercio de América”. Gracias a su ubicación geográfica, es un punto estratégico para el transporte de mercancías y el asentamiento de cientos de empresas.

Hasta hace apenas unas décadas se conservaba como uno de los ecosistemas más preciados del país, pero todo ha cambiado: hoy la bahía es un paciente que requiere cuidados intensivos y ojalá existieran métodos tan efectivos como una vacuna para resolverlo.

Imagen Noticia EAFIT
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Cada año, el nivel del agua en la bahía aumenta 7 milímetros, de los cuales cerca de la mitad son resultado de los efectos del cambio climático global. Lo restante se debe a diversos factores locales que están ocasionando lo que aparentemente es un hundimiento imparable de la ciudad de Cartagena.

Un proyecto que cambia vidas

Como en cualquier historia, el amor no puede faltar. “La primera vez que yo presenté la propuesta, no fue aprobada; al siguiente año la presenté y resultó seleccionada en mi último día de trabajo, así que no la pude desarrollar. Después, me fui a Medellín a buscar a la paisa que me enamoró. En ese tercer año volví a postular el proyecto. Ganamos y empezamos a trabajar”, comenta entre risas Marko Tosic, un bonachón investigador canadiense de 40 años.

Llegó a Colombia hace doce años y desde entonces decidió establecerse aquí. Hoy cuenta que es uno de muchos “gringos”, pero antes era uno entre muy pocos.

Ha desarrollado diferentes investigaciones marinas y es el gerente del proyecto Interacciones entre Cuenca, Mar y Comunidades (Basic, por sus siglas en inglés).

Esta es una iniciativa interinstitucional financiada principalmente por el Centro Internacional de Investigación para el Desarrollo de Canadá (IDRC, por sus siglas en inglés). Es liderada por la Universidad EAFIT, con la participación de las universidades de los Andes y de Cartagena, y el apoyo de la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique (Cardique) y la Fundación Hernán Echavarría Olózaga.

“Este es el primer y único esfuerzo sostenido en el tiempo que se ha dedicado a monitorear y medir el agua de la bahía de Cartagena. Mensualmente, durante siete años, hemos venido recopilando datos de diferentes parámetros para tener información acertada sobre qué es lo que está pasando con la calidad y la renovación del agua, los sedimentos, la presencia de metales, entre otros”.

Así lo describe Juan Darío Restrepo, el director del proyecto, profesor e investigador de EAFIT.

La bahía y su gente requieren mucha atención

El proyecto Basic ha encontrado realidades preocupantes sobre el estado de la bahía de Cartagena:

Se calcula que para el año 2100 la elevación del nivel del agua llegará a un metro.

52 millones de toneladas de sedimentos han llegado procedentes del interior del país en los últimos 26 años, a través del canal del Dique, arrastrados por las aguas del río  Magdalena.

Se hallaron índices de mercurio, cromo y plomo en los peces que representan riesgos para la salud humana.

66.4% de las personas que participaron en entrevistas de la investigación tuvieron al menos un episodio de diarrea cada año. La falta de agua potable hace que la gente deba recurrir al agua contaminada de la bahía.

Un sondeo con 109 pescadores reveló que casi la mitad reportaron ingresos mensuales menores a $300.000 pesos.

Juan Darío es un tipo sincero, de fácil conversación, amante de la ciencia y del Caribe. Tiene una conexión especial con el mar y con las personas. Por eso, comparte ambas pasiones en trabajos como este, donde su fin último es buscar el bienestar para las comunidades.

Junto a él, investigadores nacionales e internacionales han llevado a cabo estudios no solo para determinar la situación que aqueja a esta bahía, sino también para obtener información en torno a la salud pública de los habitantes, sus particularidades socioeconómicas y la salud de los peces, por ejemplo.

Ciencia local: ciencia concreta y a tiempo

Entre los resultados principales de este proyecto que ya ha tenido dos etapas de ejecución hay hallazgos preocupantes: por las dinámicas de las aguas, en los últimos 26 años se han descargado en la bahía cerca de 52 millones de toneladas de sedimentos procedentes del interior del país y la tendencia es exponencialmente ascendente.

La renovación de las aguas es muy lenta. Por eso, en las profundidades se concentran los agentes contaminantes y se cuentan con concentraciones de oxígeno por debajo de lo permitido, lo cual ocasiona alteraciones en los organismos.

Además, metales pesados como mercurio, cadmio, cromo, cobre y níquel se encuentran en concentraciones superiores a los niveles de impacto. Las capturas de los peces se están haciendo antes de que ellos tengan la oportunidad de reproducirse y esto puede afectar la sostenibilidad del recurso de la región en el mediano y el largo plazo.

Todo ello, sin contar que se encontraron índices de mercurio, cromo y plomo en los peces que representan riesgos potenciales para la salud humana. Las poblaciones vecinas a la bahía se encuentran expuestas a variados agentes tóxicos, sobre todo por la falta de acceso a agua potable y a servicios médicos.

Para citar solo un ejemplo, 66.4% de las personas que participaron en las entrevistas presentaron al menos un episodio de diarrea cada año.

¿Y qué decir del aumento del nivel del mar? Cada año se viene registrando un crecimiento de 7 milímetros, de los cuales cerca de la mitad son ocasionados por el cambio climático. El restante responde a diversos factores locales que están ocasionando lo que aparentemente es un hundimiento imparable.

A 2100 se prevé que la elevación llegará a un metro y para mitigar las consecuencias es fundamental la toma de decisiones en el ordenamiento del territorio.

En el ámbito socioeconómico, destaca la alta participación de las comunidades en empleos informales. De hecho, esta falta de oportunidades fue una de las
razones por las cuales el hijo mayor de Mirla debió emigrar, pues su gran propósito es ser un actor y modelo profesional.

Los grandes sectores donde se desempeñan las personas que no pueden buscar nuevos horizontes son el turismo y la pesca. En este último, se llevó a cabo un
estudio con 109 pescadores, de los cuales casi la mitad reportaron ingresos mensuales menores a los $300.000 pesos.

Y puede que el escenario para ellos sea peor. “Antes era más fácil. Se conseguían los pescados cerca. Hoy tenemos que irnos cada vez más mar adentro.

Con la contaminación se ha escaseado de una manera impresionante. Nos toca trabajar durísimo para poder hacer una buena jornada. Muchas veces, como salimos, regresamos: sin nada. A veces nos toca perderlo todo”, comenta Ariel Moncari Córdoba, un pescador tierrabombero quien en una faena de trabajo de un jueves del mes diciembre de hace varios años naufragó por muchas horas y lamentablemente perdió a su papá.

“He estado en proyectos europeos de alto nivel y este está exactamente al mismo nivel e incluso más arriba. La forma como acá se involucra a las comunidades es fantástico. Es algo que personalmente nunca vi”. Flávio Martins, investigador asociado al proyecto, Universidad de Algarve (Portugal).

Impactos en la política y empoderamiento social

A partir de los resultados de Basic, el Tribunal Administrativo de Bolívar falló el año pasado una demanda contra instituciones nacionales y locales, ministerios, Alcaldía de Cartagena e incluso la Armada Nacional.

Se ordenó la creación de un plan de recuperación urgente y se creó para este fin el Comité Ambiental Interinstitucional para el Manejo de la Bahía de Cartagena por parte del Ministerio de Ambiente.

En esta instancia se cuenta con la participación de diversos actores de sectores y por primera vez en la historia se incluyen habitantes de la zona. Una importante herramienta para ello fue un diplomado dirigido a 20 representantes institucionales y 40 ciudadanos.

Entre ellas, Mirla, quien además es alta consultiva de nivel nacional, Mujer ONU y estudiante de último año de Derecho.

“Basic no te da un pescado, sino que te enseña a pescar. Ser una líder exige tener este tipo de capacidades y realmente no las teníamos. Hoy podemos incidir, defender, apoyar y aportar a nuestras problemáticas”.

Estudiantes posando con su diploma

Con las capacitaciones a la comunidad y a instituciones, los habitantes de la ciudad tienen mayores herramientas para asumir la defensa de su territorio.

Foto: Cortesía del proyecto

 

Un futuro prominente

Hasta final del año 2023, el proyecto contará con una tercera fase para el desarrollo de alertas tempranas que permitan hacer pronósticos de eventos de contaminación.

Con esto se podrá generar información y conocimiento para las autoridades ambientales. También se espera seguir buscando recursos para su sostenibilidad y un mayor impacto en las personas.

Definitivamente, esta iniciativa es un referente para países en desarrollo que enfrentan realidades similares y es reconocer, como dice Mirla, que en el trabajo en equipo se logran soluciones comunes y acertadas, “que detrás de la ciencia hay grandes seres humanos, personas que han entendido que no existe un conocimiento técnico que pueda ser absoluto si no encuentra una línea directa de conexión con los saberes y los desafíos que tienen las comunidades”.

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La aventura de medir la calidad del aire a través de plantas

Enero 26, 2022

En muchas ocasiones, la investigación científica está rodeada de episodios fascinantes que nunca aparecen siquiera como anécdotas para hacer menos densa una conferencia y, menos, una publicación académica. Esta crónica testimonial muestra esas peripecias desconocidas detrás de hacer ciencia.

Daniela Mejía, Geóloga de la Universidad EAFIT.

Hace cuatro años ya que participé en unainvestigación sobre la calidad del aire en el Valle de Aburrá que realizamos profesores y estudiantes del grupo de investigación en Paleomagnetismo y Magnetismo Ambiental de EAFIT, dirigida por José Fernando Duque Trujillo, docente del Departamento de Ciencias de la Tierra de EAFIT. Era en esas épocas en las que empezó a sonar mucho la idea de que en Medellín había una mala calidad del aire.

Yo por alguna casualidad había comenzado un proyecto muy bonito que consistía en medir la calidad del aire en diferentes puntos de la ciudad por medio de
plantas. ¡Sí!, especies vegetales a las que se les adhiere material particulado de su entorno y por medio de técnicas de magnetismo ambiental se puede saber el nivel de contaminación donde crecieron estas plantas.

Las Tillandsias recurvata son plantas con una distribución muy amplia en toda América y justo en Colombia se pueden encontrar en cualquier lugar: desde las ramas de los árboles, hasta en los cables de la luz. Nunca había notado su existencia hasta que las comencé a buscar.

Una parte importante de la investigación era encontrar las Tillandsias porque por los protocolos de investigación las plantas tenían que cumplir ciertos requisitos: de aproximadamente cinco centímetros y una altura mayor a 1.5 metros, y las que recolectaba tenían que estar distribuidas de manera uniforme por todo el Valle de Aburrá.

Nunca voy a olvidar el primer día que salí a recoger Tillandsias. Había pasado toda la semana planeando las rutas en las que tenía que optimizar el mayor tiempo posible porque en apenas unas pocas semanas tenía que tener toda el área muestreada. ¿La razón? Si pasaba mucho tiempo entre colectar una muestra y las otras, al final no serían comparables.

De manera que pasé mucho tiempo pensando la forma de tomar la mayor cantidad en el menor tiempo posible. Una de las soluciones fue gastar horas en Google maps revisando en qué calles de la ciudad habían árboles y en cuáles no, todo para evitar perder tiempo en lugares donde no se podían hallar.

El reto de ubicarlas y llevarlas al sur del continente

La noche anterior al primer día de muestreo había llevado todo a mi casa: el GPS, los mapas, la ubicación de las calles seleccionadas, bolsas, guantes...

Nada podía fallar porque era la primera vez que estaba yo sola dirigiendo un muestreo. Llovió toda la noche y yo no dormía pensando en que el agua iba a tumbar todas las planticas. Al final todo salió bien y a medida que pasaban los días fue más fácil encontrarlas.

Conocí toda la zona urbana del área metropolitana, barrios que nunca en la vida había visitado en los que gente curiosa preguntaba qué había de interesante en los árboles y para qué recogía esas plantas. La dinámica de muestreo tenía sus altibajos porque en el Valle de Aburrá pasas de una zona con muchos árboles a barrios con centenares de casitas sin una sola planta. Ese era un problema, lugares donde iba y no podía encontrar nada.

Las plantas las empacaba y las llevaba al laboratorio, ese mismo día las ponía a secar en un horno a 38 grados para que no se les “borrara la información”. Finalmente, cuando terminé de muestrear, tenía 185 bolsitas de planticas trituradas, listas para analizar.

Mujer en escritorio con las manos en una hoja en blanco

Colombia terminó el año 2020 con un total de 51.454 hectáreas sembradas de banano. El 69% de las exportaciones de la fruta son a países de la Unión Europea, 16% a Estados Unidos y 15% al Reino Unido.

Foto: Daniela Mejía

 

Para mi fortuna, los análisis magnéticos de las muestras no se podían hacer en Colombia porque ningún laboratorio tiene magnetizadores de remanencia y otros equipos utilizados en magnetismo ambiental, así que después de tener las muestras listas comencé un largo viaje a la ciudad argentina de Tandil –ubicada en la Provincia de Buenos Aires, a unos 420 kilómetros de la capital del país–, para conocer un poco más sobre los minerales magnéticos pegados en las Tillandsias, y con varios análisis más determinar un índice de contaminación en cada sitio muestreado.

Viajar con las muestras fue toda una aventura, básicamente porque es materia vegetal que está pasando de una región a otra y ese tipo de cosas hay que declararlas en aduanas con el riesgo de que no las dejen pasar. Así que con mucha cautela empaqué mis bolsitas entre la ropa de la maleta de bodega y, como dicen por ahí, les eché la bendición.

Al llegar a Buenos Aires me apresuré a recibir la maleta en la banda con la sorpresa de que nunca apareció: Aerolí- neas Argentinas había dejado mi equipaje en Lima y prometió que lo enviaría lo más pronto posible a Tandil.

“El trabajo de laboratorio tiene sus cosas. Algunos piensan que es monótono y que no pasa nada, pero justo al intervenir las muestras fue cuando sentí las mejores emociones de la investigación”.

La emoción del laboratorio

Los primeros días en Tandil fueron de mucha ansiedad, primero por pensar que tal vez no llegaría la maleta —o, si llegaba, podía no tener las muestras adentro— y, segundo, porque como en la maleta traía todas mis cosas personales, no tenía nada que ponerme más que la ropa con la que había viajado.

Tardaron ocho días en enviar mi equipaje y, por suerte, las muestras aparecieron en el mismo lugar donde las había escondido, sin señales de haber sido manipuladas ni mezcladas.

Yo ya conocía Tandil, había estado allí dos años atrás cuando realicé las prácticas profesionales de geología. En el laboratorio de magnetismo ambiental del Instituto de Física Arroyo Seco (IFAS) aprendí las primeras ideas de magnetismo ambiental con el que ha sido dos veces mi director, Marcos Chaparro. De modo que yo no iba en ceros, había gente que ya conocía y amigos con los que me volvería a encontrar.

Llegué a vivir en la misma casa de la vez pasada, Chacabuco 15, al frente de un parque bonito. Eva, una señora de ascendencia danesa, me rentaba una parte de su casa parcialmente independiente en la que yo tenía cocina, baño y una litera para dormir. Digo parcial porque compartíamos la entrada y los muros eran tan delgados que podíamos escuchar las cosas que hacíamos sin ningún esfuerzo.

Cuando salía para el laboratorio, Eva hacía como que sacaba la basura, nos encontrábamos en la reja y aprovechábamos para conversar. Detrás de ella siempre estaba Capitán, un perrito que había recogido de la calle. Él se despedía también, aunque más efusivo que Eva.

El trabajo de laboratorio tiene sus cosas. Algunos piensan que es monótono y que no pasa nada, pero justo al intervenir las muestras fue cuando sentí las mejores emociones de la investigación. Todo consistía en pasar las plantas por una serie de instrumentos que las van magnetizando, y luego medir ese estímulo en un magnetómetro de pulso.

Son procedimientos relativamente sencillos que al principio requieren de mucha atención, pero que con el tiempo se vuelven mecánicos. La emoción está en ir adquiriendo datos que le dan a uno idea de lo que pasa en el área de investigación; recordaba cada sitio donde había colectado una muestra y de forma muy espontánea sentía curiosidad sobre lo que iba apareciendo en cada medición.

“No puede ser que en ese lugar dé valores tan altos de susceptibilidad”, pensaba con sorpresa. Así fui avanzando hasta que un día el magnetizador de campos alternos dejó de funcionar, de la nada. Llevaba unas 20 muestras cuando me dijeron que ya no lo podía utilizar.

Al parecer el sistema de ventilación no era eficiente y se sobrecalentó. Tardaron como un mes en repararlo y mi estancia, que iba ser de tres meses, se tuvo que alargar.

Montaña

Las Tillandsias recurvata son plantas muy comunes en nuestro medio. Crecen incluso en techos y en cables de luz.

Foto Róbinson Henao

 

El disfrute del paisaje

Los meses de más que tuve que quedarme en Argentina no fueron ninguna mala noticia.

Por el contrario, resultaron muy provechosos para el desarrollo de la investigación.

Con tiempo de sobra pude realizar todos los procedimientos que tenía planeados y de manera extra incluimos un análisis multivariado que se realizó en colaboración con un investigador de Mar del Plata.

Para aprender sobre esta metodología tuve que viajar un par de veces a la Universidad de Mar del Plata, donde me reunía con Mauro (el investigador), para ponerlo en contexto sobre los datos que estábamos trabajando.

Con sinceridad puedo decir que la modelación matemática no se me daba para nada, pero con mucho entusiasmo hacía el viaje a esa hermosa ciudad porteña.

La causa era el trayecto de dos horas en bus de Tandil a Mardel (como dirían allá), en el cual se divisaban hermosos paisajes tallados sobre unas pequeñas colinas, sierras de aproximadamente 2200 millones de años, nada más y nada
menos que las rocas más viejas de Argentina.

Ese camino me gustaba mucho, era un contraste entre lo que veía y mis recuerdos; por un lado —en mi mente—, las verdes montañas de los Andes colombianos, altas y en crecimiento.

Por el otro, las colinas de roca descubierta, aplastadas y disminuidas por el pasar del tiempo... la erosión.

Después de una buena divisada llegaba a la terminal de Mar del Plata, ciudad que también disfrutaba mucho. Justo al frente de la parada había una tienda de empanadas, mis favoritas.

“Fue inesperado encontrar lugares con índices de contaminación muy altos, como fue el caso del barrio El Poblado y algunas zonas industriales de Itagüí y Girardota”.

Hallazgos importantes

La investigación se fue enriqueciendo a medida que pasaba más tiempo en Tandil. Al final conseguimos dinero para el análisis químico de un porcentaje de muestras que enviamos a un laboratorio ubicado en Bahía Blanca, otra ciudad al sur de la provincia de Buenos Aires.

Lo hicimos con la intención de determinar la concentración de elementos que en ciertas cantidades se consideran contaminantes y así correlacionar los parámetros magnéticos con una medida de concentración.

Esta serie de datos daba un panorama muy interesante sobre el material particulado que circula por el Valle de Aburrá, especialmente porque la correlación directa de los datos magnéticos con los químicos era un indicador de que las técnicas de magnetismo —las cuales son mucho más baratas que los análisis químicos— eran apropiadas para monitorear la calidad del aire en zonas donde llueve mucho.

Esto fue un hallazgo muy importante porque el biomonitoreo magnético hasta el momento solo había sido aplicado en regiones más secas y, por lo tanto, no se sabía con certeza si en el Valle de Aburrá iba a funcionar. Con una cantidad satisfactoria de datos y mediciones ya estaba todo listo para dejar el laboratorio en Tandil.

Habían pasado aproximadamente seis meses desde que llegué y de un modo inadvertido la investigación había crecido hasta alcanzar una especie de madurez. No quería dejar Tandil, aunque sabía que el regreso a Medellín era inevitable. Sin embargo, faltaba algo importante para concluir la investigación.

En todo ese tiempo había investigado partículas tan pequeñas que no las podía percibir más que a través de las mediciones magnéticas. No teníamos una referencia visual de lo que tenían las plantas y para llegar a mejores conclusiones era indispensable observar los contaminantes por medio de herramientas
especializadas.

De forma espontánea —como mucha parte de lo que fue la investigación—, decidí con mis tutores que antes de regresar era conveniente pasar algunas muestras por el microscopio electrónico. Esto implicó una parada más antes de regresar a Medellín y prolongó un mes más el tiempo de viaje.

La próxima estación sería el campus de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la ciudad de Querétaro.

Un inusual mapa de Medellín

En la Ciudad de México el primer reto fue convencer al personal de migración que no era una delincuente que ingresaba con fachada de investigadora y que las intenciones educativas eran reales.

A pesar del tiempo que estuve esperando que me dejaran entrar y aún con el maltrato característico de los agentes, me sentía muy emocionada de estar allí, pues era la primera vez que visitaba México y tenía muchas expectativas culturales al respecto.

Pasé unas semanas en el CGEO Juriquilla y finalmente completé los análisis de la investigación. Allí me facilitaron el microscopio electrónico con el que capturamos imágenes de las partículas magnéticas que estábamos investigando.

Las fotografías eran muy sorprendentes, pues se veía el material particulado agrupado en ciertos puntos de la planta —cosa que no se alcanza a percibir a simple vista— y con formas muy llamativas.

Mujer con buzo negro en una montaña

Este fue el último día de Daniela en Tandil. Una pequeña muestra para el recuerdo. 

Foto: Daniela Mejía

 

Marina, la mujer encargada de manipular el equipo, tenía mucha experiencia con este tipo de muestras, así que me ayudaba a encontrar la mayor variedad posible de partículas y en ciertas ocasiones —cuando alguna nos llamaba la atención— analizaba sus principales componentes químicos a través del espectrómetro de energía dispersiva (EDS).

Con las imágenes listas y un par de mediciones magnéticas más había culminado mi travesía investigativa. Regresé a Colombia no sin antes visitar algunos de esos pueblitos mágicos donde se divisan paisajes excepcionales, volcancitos pequeños a lo largo de la carretera (viejos e inactivos) y uno que otro que “acaba de nacer”.

En Medellín, ya con todos los resultados a la mano, comencé a analizar los datos de una manera integral para preparar el informe que sería mi tesis. Fue inesperado encontrar lugares con índices de contaminación muy altos, como fue el caso del barrio El Poblado y algunas zonas industriales de Itagüí y Girardota.

Finalmente, la investigación sirvió para plantear un mapa de calidad del aire obtenido a través de técnicas poco convencionales de bajo costo, utilizando plantas que podríamos decir “se alimentan del aire”.

Estas conclusiones solo fueron posibles después de muchos kilómetros recorridos, que comenzaron a contar desde que se colectó la primera planta y fueron aumentando en cada laboratorio visitado. Sin lugar a dudas, la investigación no habría alcanzado tal robustez sin la colaboración de los diferentes investigadores que, desde su especialidad, ayudaron a conocer más sobre las pequeñas partículas que se esconden en una planta denominada Tillandsia.

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Editorial

La Editorial de la Universidad EAFIT se enfoca en la publicación y difusión de la producción académica de la institución en las áreas de docencia e investigación en diferentes áreas del conocimiento, así como de obras literarias de nuevos escritores colombianos y latinoamericanos.

    Portada Don Mirócletes

    La Editorial EAFIT y la Corporación Otraparte se asocian para publicar esta colección, compuesta por los diferentes títulos que integran la obra de Fernando González Ochoa. El diseño de la serie está inspirado de alguna forma en las libretas que el autor empleó para registrar sus pensamientos, sus escritos. El objetivo es que la obra de este importante autor antioqueño alcance mayor divulgación mediante la reimpresión, inicialmente, de los títulos más leídos agotados en la actualidad, hasta llegar a la publicación de la biblioteca c​ompleta​.

    ​​​​Li​bros de la colección:​
    Portada: Prosaspara leer en la silla eléctrica

     

    Esta colección reúne los libros más conocidos de Gonzalo Arango, que conforman el universo literario representativo de una época y un movimiento.

    ​​​​Li​bros de la colección:​
    Portada del libro: Memorias de Viaje

    Esta colección pretende recuperar textos inéditos o libros que por alguna circunstancia dejaron de circular, no se imprimieron, o se volvieron imposibles de encontrar. En el mercado editorial los libros se han vuelto efímeros, con una vida útil de muy pocos meses. La cultura lenta, literaria o filosófica, se merece una segunda oportunidad. Estos rescates quieren proponerles a los lectores novedades viejas, por así decirlo, que por algún motivo pasaron inadvertidas en su momento.​​

    ​​​​Li​bros de la colección:​
    Portada del libro: La carne del mundo

    Se divide en las siguientes subcolecciones:

    Novela
    Guión
    Ensayo
    Cartas
    Crítica literaria
    Cuento
    Poesía
    Epistolar

    Novela:​
    Guión:​
    Ensayo:​
    Cartas:​
    Crítica literari​​a:​
    Cuento:​
    Poesía:​

    En la tensión de la interlocución profesor-alumno, las palabras afinan sus sentidos y los saberes sus límites. Sentidos y límites que en su variable repetición hacen posible la estructuración de nuevos campos interpretativos y nuevas experiencias pedagógicas. 

    Hacer de lo fugaz algo permanente, del gesto que acoge o rechaza adjetivo, del tono signo y de la complicidad testimonio –pasar del habla a la escritura– es someter estos campos interpretativos y estas experiencias pedagógicas al ejercicio polémico de su deconstrucción.​

    Administración:​
    Psicología:​
    Derecho:​
    Ciencia Política:​
    Historia:​
    Ingenierías:​
    Geología:
    Portada: Espectadora de Primera Fila

    Esta colección busca recuperar y difundir textos inéditos o desconocidos de literatura sin ficción. Por eso quiere llevar hasta las manos de sus lectores libros de testimonio, memorias y diarios, lo mismo que libros de crónicas, biografías, diarios de viaje y cartas, escritos en Colombia hoy y ayer. En otras palabras, quiere dedicar sus páginas a los autores casi siempre desconocidos que han dedicado su vida a lo que algún día el escritor Álvaro Cepeda Samudio llamó felizmente “literatura de urgencia”.​​

    ​​​Cine:​
    Libros de periodismo:​
    Portada del libro: El Horizonte de los Vestigios

    Estos libros dan a conocer la producción intelectual e investigativa de la comunidad eafitense en el área de humanidades.

    ​​​​Li​bros de la colección:​
    Revista Letras y Encajes

    Esta colección surge de un esfuerzo conjunto de nueve universidades de Medellín y la Gobernación de Antioquia para celebrar los doscientos años de independencia del Departamento. Se considera un aporte valioso la publicación de una serie de textos que contengan la memoria colectiva de esta sociedad, ya que el libro es la mejor forma de democratizar el conocimiento, además de ser un testimonio para las próximas generaciones.

    ​​​​Li​bros de la colección:​
    Portada del libro: Terrateniente

    La biblioteca Rocío Vélez de Piedrahíta recoge y preserva la obra completa de una escritora que representa la presencia de las mujeres en la vida cultural y literaria de Colombia durante la segunda mitad del siglo XX y que es una de sus voces más críticas y complejas. Rendimos con ella un homenaje a su legado, a su alegría y a su inolvidable manera de estar en el mundo.

    ​​​​Li​bros de la colección:​
    Portada del libro: Las invenciones de mi alegría

    Esta colección busca dar a conocer la vida y obra de Jorge Alberto Naranjo Mesa, escritor novelista, ensayista, poeta, matemático, físico, sociólogo, académico, profesor, ingeniero hidráulico e historiador.

    ​​​​Li​bros de la colección:​
    Portada del libro: Muy caribe está

    Esta biblioteca es un homenaje a quien hizo de la escritura su vida, su mayor pasión, una tal que le permitió "arder como una vela" mientras escribía, sin que le importara mucho lo demás.

    ​​​​Li​bros de la colección:​
    Cuadernos viajeros

    Cuadernos viajeros es una colección para acoger la curiosidad y la memoria. Por eso cada número tiene a un viajero tutelar por compañero.

    ​​​​Li​bros de la colección:​

    Club de lectores

    Es un espacio preferencial para compartir con otras personas que tienen la pasión por la lectura, la escritura, los libros y el arte, para que puedan adquirir libros con descuentos, participar en eventos culturales, asistir a charlas, presentaciones, firma de libros, y talleres desde la virtualidad y presencialmente, completamente gratis.​

    ​​​Beneficios

    Descuentos de un 30% en todas sus compras a la Editorial y en la Librería Acentos y en la Librería Grammata, de los libros de la Editorial EAFIT.

    Acceso preferente a los eventos que ofrezca la Editorial, como presentaciones, talleres, cursos y otros que se programen.

    En asocio con Extensión Cultural de la Universidad, tendrán acceso preferente para los eventos que requieran boleta, como conciertos, obras de teatro y de danza, cine y otros que ofrezca esta dependencia.

    En asocio con el Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas, tendrán acceso al carné de la Biblioteca que les permite acceder a los préstamos del material que esta tenga a disposición del público externo.

    En asocio con Desarrollo Artístico, un descuento del 10% en todos los cursos y talleres pagos de esa dependencia.

    Otros b​eneficios​

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    Centro de Artes

    El Centro de Artes Visuales EAFIT contiene dos espacios expositivos: dos salas intercomunicadas y un hall en el que es posible la exhibición de obras de gran formato.

     

    El propósito de la Universidad EAFIT y de su Centro de Artes es convocar a los mejores artistas nacionales e internacionales, contemporáneos y clásicos, en torno a la divulgación de las artes.

    Su misión es ofrecer un espacio en el que se estimule la educación artística de la comunidad, mediante la integración cultural que puede establecerse entre la Universidad y la ciudad.

    El Centro de Artes se inauguró el 27 de mayo de 1999 con la exposición La Lógica del Trópico del pintor colombiano Juan Antonio Roda.

    ​Las horas de visita son de lunes a viernes de 8 a.m. a 8 p.m., los sábados de 8 a.m. a 4 p.m.​


    Mayores informes

    Coordinación de Extensión Cultural
    Teléfono: 604 2619500 Ext. 9656
    Email: extensioncultural@eafit.edu.co  y machaver@eafit.edu.co​ 

    Transformación de usos del suelo, más devastadora que el cambio climático

    Reemplazar bosques y vegetación por una producción agrícola desmedida, ganadería extensiva o minería–legal e ilegal–, entre otras actividades, está llevando a la naturaleza al límite.

    Oscar Correa Caicedo, Colaborador.

    El dato revelado hace meses no puede convertirse en uno más: un millón de especies animales y vegetales del mundo están en riesgo de extinción. ¡Un millón de especies –así como lo leyó– una cifra nunca vista en la historia de la humanidad!

    Tal pérdida de biodiversidad, tanto en el mundo como en Colombia, se debe principalmente a un factor: la conversión en el uso del suelo. Este fenómeno ocurre porque más de una tercera parte de la superficie terrestre del planeta y casi el 75 % de los recursos de agua dulce se dedican a la producción agrícola o ganadera.

    Estos alarmantes datos fueron revelados recientemente en el Informe de Evaluación Global de la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios Ecosistémicos (IPBES, por sus siglas en inglés).

    En dicho estudio, el panel de más de 350 investigadores de 50 países ubica al uso del suelo como la causa de mayor impacto sobre la naturaleza, seguido de la explotación directa de los ecosistemas, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras.

    “Que esté en tercer lugar el cambio climático, sobre el que hay tanto revuelo y es un concepto que ha permeado a la sociedad, tiene todo el sentido: en gran medida, la pérdida de cobertura vegetal en los bosques y otro tipo de ecosistemas y elementos del paisaje está directamente relacionada con ese cambio en los usos del suelo; entonces es una con secuencia de ello”, enfatiza el profesor Juan Fernando Díaz Nieto, del Departamento de Ciencias Biológicas.

    En dicho estudio, el panel de más de 350 investigadores de 50 países, al citar las cinco causas que tienen mayor impacto sobre la naturaleza, ubica el cambio en el uso del suelo en primer lugar. Después sitúan a la explotación directa  de los ecosistemas, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras.

    “Que esté en tercer lugar el cambio climático, sobre el que hay tanto revuelo y es un concepto que ha permeado a la sociedad, tiene todo el sentido: en gran medida, la pérdida de cobertura vegetal en los bosques y otro tipo de ecosistemas y elementos del paisaje está directamente relacionada con ese cambio en los usos del suelo; entonces es una con secuencia de ello”, enfatiza el profesor Juan Fernando Díaz Nieto, del Departamento de Ciencias Biológicas de EAFIT.

    La sustitución de bosques y praderas por tierras para cultivar, el desvío y almacenamiento de agua dulce en represas y la pérdida de manglares y de arrecifes de coral, la sobrepesca y la deforestación, causada primordialmente por la ganadería extensiva, son algunos de los fenómenos que sobresalen en esa metamorfosis que amenaza con cambiar la faz del planeta tal y como lo hemos conocido.

    Nicolás Pinel, también profesor del Departamento de Ciencias Biológicas de EAFIT, explica que la tala de árboles para la creación de pastizales representa una de las actividades por fuera de las políticas del Estado que son utilizadas para acaparar tierras.

    Y que esa práctica lleva al deterioro de los ecosistemas locales y regionales: “La pérdida de bosques disminuye la retención de agua en el suelo, altera los patrones de lluvia y aumenta la erosión, lo que puede afectar no solo el ecosistema talado, sino los ecosistemas acuáticos o bien por pérdida de humedad, o por sedimentación de los ríos, ciénagas y costas”.

    Al año siguiente se registraron los primeros tres grupos en Colciencias y ese ente cofinanció el primer proyecto de investigación al Grupo Ciencias del Mar, al tiempo que se constituyó el primer proyecto en la triada Universidad-Empresa-Estado.

    ¿El crecimiento en la demanda de recursos es por satisfacer necesidades fundamentales o se derivan de un consumismo frívolo y despilfarrador?”, pregunta Nicolás Pinel, profesor de EAFIT

    Inicios de la interconectividad

    Con un sector en franco crecimiento como el agropecuario, en el que se cifran esperanzas para ayudar a la producción de alimentos y aportar a la seguridad alimentaria del mundo, se buscan alternativas para mantener esa tendencia sin ejercer una presión tan alta sobre los recursos naturales, como la degradación de suelos y la pérdida de cobertura forestal.

    Ante este panorama es necesario planificar ese crecimiento integrando sinergias entre la agricultura con la producción pecuaria.

    Además, implementar estrategias tecnológicas para hacer una intensificación sostenible de la producción y evitar la deforestación, y ampliación de la frontera ganadera, como propone la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

    El organismo promueve la siembra directa de cultivos en pastos degradados y la implementación de sistemas que integran áreas agrícolas con la ganadería y los bosques, como opciones para recuperar áreas que se han desgastado.

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    Organizaciones como la FAO piden practicar una ganadería sostenible
    Foto: Róbinson Henao

    Esta última alternativa es conocida como “silvopastura” y su objetivo es poner en práctica una ganadería sostenible, evitando la deforestación y reduciendo las emisiones a la atmósfera. Aunque el Panel Intergubernamental del Cambio Climático no se opone al consumo de carnes rojas y otros productos originados en la ganadería, aconseja cambiar los hábitos de consumo poniendo en práctica un régimen alimentario basado en alimentos de origen vegetal, como cereales secundarios, legumbres, frutas y verduras.

    No obstante, es clave tener en cuenta que el principal cultivo responsable por la pérdida del bosque del Amazonas es la soya, que si bien se utiliza en gran medida para producir pienso para alimentar a los animales, también es una de las fuentes de proteína vegetal en las dietas vegetarianas procesadas.

    Según un informe de Greenpeace de junio de 2019, en Brasil la producción de soya es cuatro veces mayor a la de hace dos décadas, gracias a la introducción de semillas genéticamente modificadas. El Panel indica que si la elección de las personas incluye productos de procedencia animal, recomienda que sean generados de manera sostenible, en montajes ganaderos con bajas emisiones de efecto invernadero.

    Sin embargo, el profesor Nicolás Pinel recuerda que la idea de sostenibilidad va más allá de la baja emisión de gases de efecto invernadero y pone sobre la mesa otras prácticas como la producción integrada o agricultura integrada, que busca el uso al máximo de los mecanismos de regulación naturales, para asegurar a largo plazo un proceso agrícola sostenible.

    La agricultura regenerativa es otro de los sistemas sustentables. Este se basa en hacer una gestión integral de la tierra al formar suelos de alta calidad, retener el agua lluvia, mejorar el ciclo del agua y aumentar la biodiversidad.

     

    Hacia dónde va la investigación

    Hacer seguimiento a los diferentes estudios académicos, programas, informes y demás iniciativas en el campo de la biodiversidad es fundamental para informarse y divulgar, desde diferentes plataformas, cuáles son las tendencias que marcarán la pauta en los próximos años.

    El profesor Juan Fernando Díaz explica que en su ejercicio profesional se enfoca en el descubrimiento de la biodiversidad del planeta y sus posibles beneficios para la humanidad.

    Asegura que, aunque se han descrito cerca de 1,6 millones de especies (eucariotas y microorganismos), estas son apenas cifras irrisorias frente a la biodiversidad que se estima en el planeta, calculada, por lo menos, en 8,7 millones de eucariotas y entre uno y seis billones de microorganismos. Su estudio y seguimiento es esencial para conocer el potencial de aspectos positivos para los seres vivos de la Tierra.

    El académico también sugiere estar al tanto de los siguientes informes del IPBES, que incluyen evaluaciones regionales que abarcan las Américas, Asia y el Pacífico, África, Europa y Asia Central, donde se consignan los grandes descubrimientos de biodiversidad.

    En la era del big data, otro elemento novedoso para rastrear es el de la biología computacional o ciencia de datos para biólogos, como fuente de herramientas y analíticas para el hallazgo de patrones y conocimientos que facilitan la toma de decisiones basados en hechos.

    Investigar con un enfoque en el estudio de procedimientos informáticos en grandes colecciones de datos biológicos tendrá gran utilidad para solucionar problemas en áreas como agricultura, medicina y medio ambiente.

    En EAFIT ya se viene utilizando la experimentación con base en conocimiento aplicado de la biología computacional. Por ejemplo, los desarrollos biotecnológicos en el sector agrícola, para mejorar cultivos de maíz, café o higuerilla.

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    La práctica de desecar caños y ciénagas para crear nuevas áreas de siembra tiene alto impacto en los ecosistemas

    Foto: Róbinson Henao

    Consciencia en disminuir el consumo

    El consumo creciente, la demanda de energía, tierra y agua para alcanzar el nivel de vida actual agotan la naturaleza.

    Esta exigencia ha generado una presión extrema sobre la fuente, lo que ha producido un cambio en el planeta que es conocido como la Gran Aceleración, como explica el informe Planeta Vivo, de la organización WWF (en inglés, World Wildlife Fund).

    La ventana de oportunidad para actuar se cierra y por ello urge que todos los habitantes en todos los continentes adquieran consciencia de la realidad e implementen conductas opuestas a las que atentan contra la integridad del medio ambiente.

    “Vivir una vida consciente es clave para esto –manifiesta el profesor Pinel–. Soy de la opinión de que el daño que hacemos no lo hacemos con intención. Precisamente ese es el problema, que muchas de las decisiones que tomamos día a día carecen de intención y de consciencia, y de estas se deriva un despilfarro de recursos naturales”.

    Biodiversidad en Colombia: bajo amenaza

    En Colombia las selvas, sabanas, humedales y páramos cubrían el territorio, un paisaje que ha sido reemplazado por potreros, cultivos, asentamientos humanos y obras de infraestructura, como lo menciona el trabajo De la abundancia a la escasez: la transformación de ecosistemas en Colombia, del biólogo Germán Márquez.

    La vocación en el uso del suelo en el país es subutilizada, según informa el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, pues de 13.2 % de la superficie que se puede cultivar, solo se aprovecha un 4.7 %, mientras que el 37 % de la tierra se encuentra sobreutilizada, es decir, se le hace un uso desmedido, como indica la Unidad de Planeación Rural Agropecuaria (UPRA).

    Esta entidad realizó en 2016 el panel ¿Cómo aplicar el concepto de equidad de la distribución de la tierra en Colombia?, para explorar posibilidades de avance en torno a la equidad en la distribución rural, teniendo en cuenta que una constante en el uso ineficiente del suelo se originó por los patrones de alta concentración de la tierra, debido a estructuras heredadas de tiempos coloniales y al conflicto armado.

    “La expansión de la frontera agrícola por acciones legales e ilegales, las plantaciones gigantescas para palma, la ganadería –que es nefasta en la transformación de los ecosistemas–, la minería legal e ilegal, es un fenómeno que impacta al país”, reflexiona Juan Fernando Díaz.

    Como menciona Marco Lambertini, director de WWF International, “en los años venideros necesitamos urgentemente hacer la transición hacia una sociedad que neutralice las emisiones de carbono y frene y anule la pérdida de la naturaleza mediante la financiación verde y el vuelco hacia la energía limpia y la producción de alimentos ambientalmente amigables”.

    Que el tema de la naturaleza y el uso del suelo sea tratado cada vez más es un aspecto beneficioso para dar marcha a un cambio real. En esto insiste el profesor Nicolás Pinel: “Que exista la conversación es un buen punto de partida. Que cada nueva generación parezca estar adoptando más valores ambientales que la anterior es una buena señal”.

    En el mismo sentido, el profesor Juan Fernando Díaz concluye: “Se necesita que la gente no solo hable de eso, sino que lo lleve a la práctica. Necesitamos que lo interioricen más, que conozcan la biodiversidad y su entorno. Eso es fundamental en esta discusión”.

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    De cuerpos impermanentes y reflejos de agua

     Irene Agudelo Saldarriaga

    Estudiante maestría en Estudios Jurídicos, Universidad EAFIT.​

    iagudelos@eafit.edu.co

    ​​Nataly Montoya Restrepo

    Doctora en Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesora asistente de la Escuela de Derecho, Universidad EAFIT.

    ​nmontoy5@eafit.edu.co

    Luis Miguel Ocampo Marin

    ​locampo8@eafit.edu.co​​​​

     

    ​​​¿Qué imaginas cuando digo agua? ¿En tu imaginación cabe un río completo con sus formas caprichosas, sus sonidos y todo lo que lo alimenta? ¿Puede acaso un río completo tener lugar en tu imaginación, o en la de cualquiera?
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    ¿Qué imaginas cuando digo agua? ¿En tu imaginación cabe un río completo con sus formas caprichosas, sus sonidos y todo lo que lo alimenta? ¿Puede acaso un río completo tener lugar en tu imaginación, o en la de cualquiera?

    Cuando digo agua ¿aparece en tu mente un río del que bebes, en el que chapoteas juguetonamente y te bañas? ¿Ves el contraste de su azul y del verde de los árboles que nos enseñaron a pintar en la infancia? Y si pregunto por el agua con la que te duchas y cocinas tus alimentos, ¿cambia en algo tu respuesta?

    ¿Piensas en la empresa que permite que salga agua por las llaves de tu casa? ¿Puedes ver las bocatomas, los espejos de agua artificiales, los muros de presa, los canales, los túneles de conducción o los turbogeneradores de pasada para la generación de energía? ​¿Ves construcciones humanas o ves agua? ¿Ves el agua o lo que queremos y necesitamos que ella sea?

    ¿Empiezas a dudar de lo que ves cuando digo agua? ¿Tienes ahora la impresión de que en tu imaginación caben muchas aguas? ¿Cómo te conectas con el agua? ¿Puedes ver tu reflejo en ella? ¿Te imaginas vinculado a ella o como un usuario de sus servicios? ¿Esa agua que imaginas tiene muchos que la usan y pocos que la cuidan? ¿Qué significa cuidarla?

    Cuando digo agua, ¿imaginas el río, la lluvia o la nieve?

    ¿Y si también somos agua? ¿Y si el río soy yo? ¿Dónde nazco? ¿Qué digo? ¿Qué daños he sufrido? ¿Qué llevo y traigo en mis aguas? ¿Cuál es mi camino al mar? ¿Con cuáles otros ríos, bosques, montañas, páramos, animales y personas me conecto?

    Conozco el mundo desde la cima de la montaña, desde los bosques hasta las desembocaduras. Corro surcando caminos caprichosos, fluyo a veces tranquila y flexible, otras apasionada y decidida. Me adapto a otras formas y colores. Mi suavidad y blandeza es fuerza. No me rompo, me escabullo y serpenteo para marcar coordenadas.

    En mis aguas traigo vida. Llevo conmigo lo que me ofrece la montaña y, a mi paso, recojo lo que cada quien me entrega. Algunas personas me ofrendan las memorias de su pueblo, me adoran, me honran como parte suya, me escuchan y siguen mi sonar. Beben y cantan en mi orilla, en donde observan el fluir de la vida.

    En otras orillas, los ojos que miran me dan la espalda. Creen que soy invisible, pero existo sin sus miradas. Han olvidado que vivo en sus entrañas. Habito como un fantasma su cotidianidad. No tomo venganza: sobreviven en un estado de desmemoria.

    Intentan contener mi fluir. ¡Niegan mi libertad! Creen que al represarme van a gobernarme. Desconocen que somos uno en cada momento. Aquí y ahora estamos unidos y, al frenar mi andar, obstruyen las venas del cuerpo de la tierra, interrumpiendo los caminos entretejidos de la naturaleza.

    ¡Pero soy libre! ¡Fluyo libre entre lo vivo! Penetro las profundidades de la tierra y me elevo en altos cúmulos. Alimento la vida. Habito el cuerpo humano, el vientre de la tierra y la columna de los árboles. Fluyo también en ríos aéreos que el viento lleva a otras tierras.

    En medio de mi danzar, subo y bajo al compás de la naturaleza. Me relaciono con otros seres. Seres que buscan agua, agua que busca al río, río que busca al mar.

    El agua que usamos depende de otras personas, de otros ríos, de otros bosques. ¿Tienes derecho al agua? ¿Conoces de dónde viene el agua de tu ciudad? ¿Cómo te relacionas con ella? ¿Te has preguntado si el agua es más que el río? ¿Le debemos cuidado, atención y gratitud a ese “algo más" que el río? ¿Y si el río y todo lo que coexiste con él tiene derecho a estar sano? ¿Y si es el río el que tiene derecho al agua? ¿Por qué los derechos son entonces solo para la humanidad?

    Afirmamos que, como humanidad, debemos satisfacer nuestras necesidades básicas mediante extensos abastecimientos de agua y, cuando resulta insuficiente para nuestro bienestar, proclamamos el derecho humano a ella.

    ¿Agua limpia y saneamiento para quién? Pretendemos que la calidad del agua sea adecuada para la vida humana. Agua para nuestro consumo, pero olvidamos que otras especies también la habitan y dependen de ella, otras vidas que tienen otras formas de medir y sentir si su ecosistema se encuentra en bienestar y equilibrio.

    Reconocemos múltiples derechos con la aspiración de mejorar nuestra calidad de vida. Pensamos en nuestro derecho humano al medio ambiente sano, pero ¿nos cuestionamos si es la naturaleza la que tiene derecho a estar sana?

    Los imaginarios del agua viven en la conciencia colectiva y, como imaginarios, también los podemos cambiar, repensar las formas en que queremos relacionarnos con el agua y permitirle vernos a través de ella. Cuando respetamos los caminos del agua todo fluye, todo pasa en la impermanencia de la vida. En el movimiento cíclico de las aguas todo vuelve y todo retorna. Reconozcámonos en el agua, libres, flexibles y llenos de fuerza para encontrarnos con el mar.​​​

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    ​Pensamientos poco artificiales

    Siempre he pensado que mi principal activo es mi cerebro y su capacidad de crear un texto desde cero, por ejemplo.

    Pero, si esto ya lo hace un modelo computacional, como ChatGPT, ¿para qué estoy yo?

    La respuesta me la da Juan David Pineda, ingeniero de sistemas y experto en computación, con una frase sencilla: “[la inteligencia artificial] nos tocó la fibra de la existencia".

    Y es que, aunque convivimos hace años con ella (Spotify y Waze son dos buenos ejemplos), parece que hemos abierto los ojos a una nueva sensación: podemos ser reemplazables. Y esto es cierto, pero también puede no serlo.

    Las máquinas al servicio de los humanos

    El acto de poner la tecnología a nuestra disposición no es nuevo, aunque así se sienta.

    Si nos devolvemos a la antigua Grecia, Talos podría considerarse la primera inteligencia artificial.

    Talos fue un gigante de bronce construido por Hefesto, dios del fuego y los inventos, para defender su territorio de piratas e intrusos. El problema es que fue creado con una vena, para dotarlo de vida. Esa vida lo hizo consciente de su existencia y, por ende, le hizo tener miedo a morir.

    Esa consciencia es lo que también nos lleva a temerles a las inteligencias artificiales: si logran pensar, entonces son casi humanas. Si son casi humanas, entonces ¿qué nos diferencia de ellas? Si no nos diferencia nada, entonces ¿qué les impide reemplazarnos y adueñarse de todo el mundo y de nuestros trabajos y de qué vamos a vivir y…? Bueno, ustedes ya saben el resto.

    Esta línea de pensamiento es tentadora y, hasta un punto, tiene cierta lógica. Pero no tan rápido: los carros se inventaron y no dejaron de existir los caballos.

    ¿Realmente estamos en peligro? 

    A la fecha, y aunque no parece, no es rentable reemplazarnos por máquinas.

    En un estudio[1] reciente analizaron el impacto económico de cambiar la mano de obra humana por inteligencia artificial en algunos trabajos que podrían ser automatizados por medio de lo que se conoce como visión computarizada.

    Los resultados fueron claros: aunque la adopción de nuevas tecnologías como esta podría disminuir inicialmente algunos costos empresariales, tomaría mucho tiempo entrenar a un algoritmo lo suficiente para que reemplace por completo a un empleado de una manera eficiente en términos económicos.

    Otra arista de la que poco se habla es del impacto ambiental que dejan las inteligencias artificiales.

    Algunas estimaciones[2] revelan que sistemas como ChatGPT consumen más de medio millón de kilovatios/hora para responder a doscientos millones de peticiones diarias. Con la energía consumida durante una hora se podrían satisfacer las necesidades energéticas de 263 viviendas colombianas promedio durante un año.[3]

     

    ​El arte –no tan sutil– de interpretar las respuestas 

    Está claro que las inteligencias artificiales aún necesitan de un humano para funcionar. Como diría alguien más técnico: el output (resultado) depende del input (insumos) que ponga la persona.

    ¿Qué me sugeriría Spotify si no le enseño que mi género musical favorito es el rock en español? Me daría respuestas que no me sirven de nada (o me asombrarían del todo).

    Ese criterio, ese análisis, es, por ahora, netamente humano. Una inteligencia artificial no puede discernir si son datos ciertos o bromas, si es algo ofensivo o sarcástico. Solo toma la información para responder a un pedido.

    Un buen ejemplo es lo que sucede con IA Overview, la nueva experiencia de búsqueda de Google con la que pretenden ofrecer respuestas generadas por IA.

    Aunque solo está disponible en Estados Unidos, varios usuarios ya reportaron respuestas absurdas, como que las palomas “pueden hacer una gran variedad de trabajos, entre esos arquitecto, cocinero, fabricante de juguetes y ama de casa".

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    [1] Svanberg, M., Li, W., Fleming, M., Goehring, B., & Thompson, N. (2024). Beyond AI Exposure: Which Tasks are Cost-Effective to Automate with Computer Vision? SSRN. http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4700751 

    [2] Vries, de A. (2023). The growing energy footprint of artificial intelligence. Joule, 7(10). https://doi.org/10.1016/j.joule.2023.09.004 

    [3] Unidad de Planeación Minero-Energética [UPME]. (2019). Primer balance de Energía Útil para Colombia y Cuantificación de las Perdidas energéticas relacionadas y la brecha de eficiencia energética. UPME. 

    Unidad de Planeación Minero-Energética.

    ¿Por qué sucede esto?

    ​Por dos razones. Primero, porque la inteligencia artificial recolecta información de búsquedas anteriores para generar una respuesta y, segundo, porque se alimenta de lo que nosotros hemos puesto en internet.

    También tenemos el caso de Tay,[4] una inteligencia artificial de Microsoft lanzada en 2016 para interactuar con jóvenes y mantener con ellos una conversación informal y divertida.

    No tuvieron que pasar veinticuatro horas para que Tay estuviera escribiendo mensajes misóginos, racistas y xenofóbicos. ¿Culpa de ella? No. Tay solo se nutrió de la información que había en la plataforma.

    Sin humanos no hay datos. Sin datos, ¿para qué inteligencia artificial?

    En el sector salud, por ejemplo, se están implementando sistemas de inteligencia artificial que puedan “leer" tomografías, radiografías y otras imágenes para detectar un diagnóstico.

    Hay también varios desarrollos alrededor de la detección de estados afectivos en las personas.

    Carlos Salazar, ingeniero de control, doctor en humanidades e investigador de EAFIT, ha trabajado en la creación de varios modelos matemáticos para estos usos.

    Por ejemplo, explica que los nuevos polígrafos no solo analizan la saturación, la respiración o el pulso. También, a través de sistemas de reconocimiento de imágenes, están analizando las microexpresiones faciales.

    Otro uso de este tipo de sistemas es la validación de metodologías de aprendizaje. A través del análisis de los gestos de las personas se puede identificar cuánta atención están prestando y si la metodología que se está usando cumple o no con su objetivo.

    Al final del día, es importante tener en cuenta que todos los sistemas de inteligencia artificial tienen márgenes de acierto y de desacierto.

    Preguntas hay muchas y seguirán apareciendo en el camino. ¿Qué haremos, por ejemplo, cuando las inteligencias artificiales sean autogenerativas? ¿Cuando ellas mismas generen la información a procesar?

    Conoce HuMath, un proyecto que desarrolla tecnologías en diversas áreas del conocimiento, como el sector de salud, inteligencia artificial e ingeniería

    [4] BBC Mundo. (2016). Tay, la robot racista y xenófoba de Microsoft. BBC Mundo.

    Mientras tanto, ¿qué estamos haciendo?

    ​ Nodo es el centro de formación en nuevas tecnologías de EAFIT. Su propósito es brindar soluciones a los desafíos tecnológicos que presenta el mundo en la actualidad. En resumen: vuelven al saber hacer, se enfocan en las habilidades para el trabajo. Para esto, han tenido dos anclas en su norte: a) la resolución de problemas reales de la industria como parte del proceso formativo, y b) la consciencia de que el acceso a la tecnología y a la información no es el mismo para todos, lo cual implica un trabajo para cerrar brechas sociales y de género. Nodo cuenta con alianzas con corporaciones como Manos Visibles, en donde mujeres de origen afro y raizal pueden acceder a becas para formarse como desarrolladoras web; y con ERA, una fundación con la que logran que jóvenes de Jardín y Tapartó reciban educación en nuevas tecnologías sin tener que salir de sus municipios. Además, cuentan con el Laboratorio de Inteligencia Artificial (AI LAB), en alianza con
    Microsoft, Universidad CES y EIA.​​

    Conoce más aquí​

    Texto:
    Valeria Querubín, comunicadora social.

    Ilustraciones:​
    Cuervo de Tinta​

    Categoría de noticias EAFIT
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    Pódc​ast​ La universidad imag​​​inada

    Hablar de educación de futuro es hablar de equidad y vida​​​

    ​¿Cómo creamos ciudades educadoras?, ¿cómo conectamos academia y territorios para transformarnos y encontrar soluciones a los desafíos sociales y ambientales?

    En este capítulo de La universidad imaginada nos acompaña Aníbal Gaviria, actual Gobernador de Antioquia y administrador de negocios de EAFIT, en una conversación en l​a que abordamos algunas claves para que en la universidad que imaginamos también cultivemos la dignidad y el aprecio por la vida, construyamos una visión compartida de futuro y, por supuesto, adquiramos un compromiso decidido con la región​​.​​​​​​

    ​​Temporada 2, c​apítulo 2​

    El futuro nos habla... y en EAFIT dialogamos con él​​​

    En La universidad imaginada, te invitamos a una conversación con David Escobar Arango, presidente del Consejo Superior de EAFIT y director de Comfama, en la que, desde la filosofía, nos aproximamos a temas como la sostenibilidad del planeta y el cultivo de la humanidad.
    Una conversación sobre tejido, conexión, transición, pluralismo, inclusión, diversidad, impacto y transformación que nos permite recordar para qué educamos y a quiénes educamos, y hacernos preguntas de futuro para seguir siendo relevantes.

    La razón para hablar de estos y otros asuntos: llegó el momento del año en el que reconocemos nuestra huella durante 2022; y también los retos que nos plantean estos tiempos para darle materialidad a nuestro espíritu de inspirar vidas, crear conocimiento y transformar sociedad​​.​​​​​​

    ​​Temporada 2, c​apítulo 1

    Tecnología y seres humanos: transformarnos para vivir mejor​​

    Pensar la educación del futuro es también entender la tecnología como un eje transversal para la sociedad. Vivimos en un mundo en el que esta ya es una parte casi inseparable de las actividades humanas y de las organizaciones, por lo tanto, las universidades deben propiciar, desde el aprendizaje, el pensamiento computacional como una competencia esencial que permite analizar y dar respuestas a problemas complejos.

    En este capítulo nos acompaña Mauricio Ferrer, ingeniero de sistemas eafitense, emprendedor y apasionado por la tecnología, quien además es el vicepresidente de Tecnología, Innovación y Servicio al cliente en Protección; para avanzar en esta conversación permanente en la que nos preguntamos sobre cómo construimos el futuro desde el presente, y cómo logramos que la educación en tecnología nos ayude avanzar hacia un pensamiento que nos permita una visión más amplia y complementar la concepción de lo que somos sin perder nuestra esencia humana​.​​​​​​

    Temporada 1, c​apítulo 6​

    Universidad, empresa y Estado: aliados en sintonía con la sociedad​​

    Para hablar del futuro de la educación es necesario también entenderla como mediadora en la tar​ea de resolver los problemas de la sociedad. Y para eso, es clave fortalecer el conocimiento en las universidades, las empre​sas y el Estado.

    En el sexto capítulo de La universidad imaginada conversamos con Alberto Hoyos Lopera, presidente de la C​ompañía de Galletas Noel y líder de la mesa de Talento Humano del CUEE 2.0, sobre cómo la Universidad se conecta con los desafíos presentes y futuros, y cómo las empresas pueden ser grandes aliadas en esta tarea.

    Escucha esta nueva entrega en la que abordamos la conversación como catalizadora para cerrar brechas y gener​​ar talento, el futuro de la educación como un viaje sin inicio ni fin, la importancia de consolidar el sistema de ciencia, tecnología e innovación desde el colegio en conexión con las organizaciones, el valor de la diversidad, las innovaciones como hábitos, y la cooperación como pilar para la innovación y la educación.​​​​

    ​​Temporada 1, capítulo 5

    ¿Qué humanismo para qué sociedad?​

    Las humanidades nos narran, nos conectan, nos incomodan, activan nuevas preguntas, brindan horizontes de aplicación posibles, forman, explican por qué vemos el mundo como lo vemos. Y hoy, en medio de la crisis que vive el mundo y de una revolución tecnológica, es pertinente seguir planteando las preguntas esenciales que permitan pensar la educación y el futuro para la sociedad que se está gestando.

    En este capítulo abordamos lo técnico, lo académico y lo científico como una forma más de lo humano junto al músico, poeta, profesor, programador, ingeniero, y piloto frustrado, Édgar Puentes quien, en una conversación sobre reingeniería cultural, conexión, cuerpo y construcción colectiva nos plantea la necesidad de un nuevo humanismo que nos lleve a, justamente, humanizar los vínculos, a potenciar el pensamiento social y a lograr otra vez el contacto humano.

    Esta es también la historia sobre cómo todos los seres humanos somos una historia.

    Spoiler alert: En este capítulo puedes conocer cómo suena una vacuna contra la malaria porque sí, el lenguaje con el que expresamos el genoma y el que usamos para expresar la música también pueden convivir.​

    ​​Temporada 1, capítulo 4

    Conversamos sobre educación, liderazgo y tecnología con David Vélez, cofundador y CEO de Nubank

    Hay encuentros que enriquecen, conversaciones que inspiran y que conectan con ideas, anhelos y proyectos. En EAFIT tuvimos el honor de tener un espacio así con David Vélez, con quien dialogamos una tarde en nuestro campus sobre educación, liderazgo y tecnología.

    En esa jornada descubrimos cómo se for​man los v​alores de una organización; cómo se trabaja para convertir oportunidades en propósitos; cómo el liderazgo se vive en todos los integrantes de una organización y les da la capacidad de plantear soluciones; cómo las pers​onas deben ser el centro de los avances tecnológicos; y cómo, a través de la filantropía, se pueden apalancar dos causas de gran impacto en la sociedad: la educación y el liderazgo.

    ¿Qué l​ee David?, ¿qué recomienda?, ¿cuál es su visión sobre la riqueza? Vive esta conversación completa en este capítulo de La universidad imaginada.

    ​​Temporada 1, capítulo 3

    Conversemos sobre emociones y educación
    Parte 2

    ¿Emociones y educación? Sí, emociones y educación. Este nuevo episodio de La universidad imaginada tiene como invitado al lector, escritor y profesor Mauricio García Villegas, autor del libro El país de las emociones tristes.

    ¿Qué es el miedo y cómo la educación “pluriclasista” puede ser una respuesta necesaria para Colombia?

    ¿Cómo las emociones nos unen o dividen como país? ¿Cómo la educación puede ayudar a construir una sociedad más justa y equitativa?

    Conversar sobre educación y emociones es abordar las inquietudes que nos plantea el mundo hoy, es explorar una nueva dimensión para encontrar respuestas a los fenómenos actuales.

    La diversidad, la pluralidad, la tolerancia y el encuentro entre clases sociales son elementos de análisis para contribuir desde la educación superior a una educación emocional que permita crear ambientes que nos permitan encontrarnos como sociedad.​​

    ​​Temporada 1, capítulo 2 

    Conversemos sobre emociones y educación
    Parte 1

    ¿Qué tan importantes son las emociones en la educación?, ¿qué tan importante es un abrazo en el proceso de aprendizaje? Más de lo que nos imaginamos. En EAFIT, a través de nuestro Centro Imaginar Futuros, identificamos la educación en emociones como una de las señales que nos muestra el mundo para transformar los ambientes de aprendizaje. Los jue​gos, las herramientas tecnológicas, las narrativas y las leyes orientadas a reivindicar las emociones en los procesos de formación marcan pautas importantes para que el bienestar físico, mental y espiritual de las personas sea un pilar del sistema educativo.

    En este capítulo conversamos con Viviana Otálvaro Guzmán, creadora de Hugger Island, un emprendimiento socia​l que enseña a ponerle inteligencia a las emociones a través del afecto, que es algo que no nos enseñan, y a quitarles ese velo de nuestra cultura que muchas veces nos impide expresarlas.

    Viviana es inge​niera de diseño de producto de EAFIT y especialista en Biodiseño y productos mecatrónicos. A partir de experiencias personales, creó un personaje que existe para abrazar. No tiene ojos, orejas, o boca, porque hace todo con el corazón. Hugger Isl​and crea experiencias basadas en el cuerpo como un instrumento y en la naturaleza como fuente de inspiración para desarrollar habilidades de trabajo en equipo, comunicación y liderazgo.​

    ​​Temporada 1, capítulo 1

    La u​​niversidad y los trabajos del futuro

    Pensar en el futuro de la universidad nunca ha tenido mayor relevancia que en estos tiempos, cuando vimos cómo nuestra vida cambió de un día para otro y no​s r​eplanteamos la forma en la que asumimos nuestra responsabilidad desde la educación superior. Y aquí surgen entonces preguntas como: ¿desaparecerán la​s universidades tal como las conocemos?, ¿se formarán los profesionales del futuro en estas universidades?, ¿cómo serán los trabajos del futuro?

    En este ​​primer episodio de La universidad imaginada, la rectora Claudia Restrepo Montoya conversa con Ricardo Sierra Fernández, presidente de Celsia, acerca de estos y otros interrogantes. Alquimia generacional; capacidades de trabajar en equipo, de pensamiento crítico, de aprender y desaprender rápido, y de desarrollo proyectos; y “salirse del molde” para ensayar y experimentar son algunas pistas para la reconversión de los trabajos del futuro que emergen de este diálogo entre academia y empresa.

    Ricardo es administrador de negocios de EAFIT y tiene estudios de posgrado estudios políticos y en administración de negocios. Ha trabajado en el sector financiero y ha aportado en múltiples procesos de transformación en Cementos Argos y el Grupo Argos. Hoy, además de liderar a Celsia, es el presidente de la Junta Directiva de la Fundación Educadora Infantil Carla Cristina, e integrante de la Junta Directiva de Socya. Ah, y en este episodio con confiesa que es un apasionado gamer.

    ​El nomadismo digital se estaciona en Medellín

    Autores​

    Laura Lopera Zapata, Santiago Palomino Ochoa y Natalia Penagos Mesa.​

    Estudiantes del pregrado en Comunicación Social e integrantes del Semillero de Investigación y Creación en Narrativas Periodísticas de EAFIT.

    En el último año, Medellín se ha convertido en uno de los principales destinos para los nómadas digitales, personas de diferentes partes del mundo que vienen a trabajar a la ciudad por un periodo corto. Esto ha traído consigo consecuencias positivas y negativas, y nuevos retos para la ciudad. ​

    Aunque no hay una definición clara, se dice que los nómadas digitales son personas que trabajan de manera remota mientras viajan y cambian su lugar de residencia constantemente.

    Este concepto empezó a tener reconocimiento en 1997.[1] En su momento, no tuvo buena recepción por parte de la población, principalmente en Estados Unidos.

    Sin embargo, hoy es esa la nación con más trabajadores remotos[2] y el nomadismo digital es un fenómeno que cada vez toma más fuerza.

    Medellín es considerada la cuarta ciudad de Latinoamérica preferida para los nómadas digitales, según Nomad List, un sitio web especializado en el tema.

    Este es un destino atractivo por la vida nocturna, el clima agradable, el internet de alta velocidad y por lo económico que resulta vivir, para los extranjeros, en la “ciudad de la eterna primavera".

    Sin embargo, también destacan aspectos negativos como la inseguridad, el tráfico vehicular, el bajo nivel de inglés de los locales y la mala calidad del aire.

    A través del aeropuerto internacional José María Córdova ingresaron cerca de 221,000 turistas entre enero y abril de 2024,[3] con lo cual se llenaría cinco veces el estadio Atanasio Girardot.

    Entre quienes nos visitan mensualmente, 8,300 son nómadas digitales. Uno de ellos es Futoshi Takeuchi, o “Toshi", de Japón.

    Él está radicado en Sao Paulo, Brasil, pero decidió venir a pasar un tiempo en Medellín. “Tengo varios proyectos, pero lo que me gusta [de ser nómada digital] es que puedo administrar todo desde mi computador, puedo trabajar desde cualquier lugar", dice.

    [1] Makimoto, T., & Manners, D. (1997). Digital Nomad. Wiley.

    [2] NomadList. (s.f.). The 2024 State of Digital Nomads. NomadList. https://nomadlist.com/digital-nomad-statistics 

    [3] Quiceno Ramírez, J. (2024). Nómadas digitales dejan millones a Medellín, pero hay que cuidarlos. El Colombiano. https://www.elcolombiano.com/negocios/que-son-los-nomadas-digitales-en-medellin-OO23878723​​​​​ 

    ¿Llegaron para quedarse?

    Debido al crecimiento de este fenómeno, Colombia y muchos otros países ofrecen visas especiales solo para nómadas digitales. En este caso, se trata de la “Visa V".[4]

    Dicho visado lo pueden obtener aquellas personas extranjeras que trabajen de manera remota y tiene una vigencia máxima de dos años.

    La llegada de estos nómadas ha tenido impactos tanto positivos como negativos en la ciudad.

    Por el lado de la vivienda, Juliana Gómez, arquitecta del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) de la Universidad EAFIT, mencionó que en la ciudad se evidencian cambios en algunas dinámicas urbanas y un fenómeno de desplazamiento de población local. Esto ha sido ocasionado, en parte, por la llegada de los nómadas digitales, especialmente en zonas como Laureles, El Poblado, Provenza y Manila.

    Cuando una población con mayor poder adquisitivo desplaza a quienes han habitado tradicionalmente un lugar porque, entre otras cosas, puede pagar un canon más alto de arrendamiento, se habla de gentrificación.

    Sin embargo, descargar la responsabilidad de todo lo que está pasando en la ciudad únicamente sobre los nómadas digitales es una aproximación facilista que puede llevar a discursos xenofóbicos y discriminatorios, como argumenta la especialista.

    En el plano económico, este fenómeno también ha generado repercusiones. “Yo creo que [la llegada de nómadas digitales a Medellín] es imparable", precisó Mery Patricia Tamayo, profesora de la Escuela de Finanzas, Economía y Gobierno de la Universidad EAFIT.​

    “Sin lugar a duda, esto cambia los sectores y dinamiza la economía de una forma diferente".

    La revista Forbes[5] resalta cómo impactan estos nómadas la dinamización de otros sectores, como restaurantes, movildad, consumo masivo, entretenimiento y espacios de trabajo flexible.
     

    ¿Cómo los estamos viendo?

    A pesar de que los medellinenses ya están acostumbrados a recibir una gran cantidad de turistas, parte de la población local no tiene una imagen favorable de ellos.

    “Hay una noción abstracta del extranjero que lo sataniza. No hay un solo tipo de extranjero que llega a la ciudad y no todos tienen impactos negativos en su cotidianidad. De cierta manera, muchos hemos sido extranjeros que viven en otra ciudad y hemos sufrido discriminación a causa de miradas injustas o simplistas", señaló Juliana Gómez.

    La verdad es que muchos buscan, generalmente, la manera de integrarse a las dinámicas de la ciudad y de eso da fe Habacuc Flores Romero, otro nómada mexicano: “Yo nada más venía de paso. Llegué a Medellín y dije 'Oh, esta es una ciudad muy cultural'. La infraestructura es buena, por lo que decidí quedarme un tiempo".

    Indiscutiblemente, este es un tema que se instaló tanto en la agenda mediática como en las percepciones de la gente. El gobierno tiene que actuar de manera efectiva para que problemas como la gentrificación, por ejemplo, no se vuelvan insostenibles.

    La llegada de los nómadas digitales seguirá dando de qué hablar en la ciudad y plantea nuevos retos sociales, económicos y culturales para Medellín, si lo que quiere es continuar en el podio mundial de la atracción turística.

    [4] Cancillería. (s.f.). Visa V Nómadas digitales. Cancillería. https://www.cancilleria.gov.co/v/nomadadigital 

    [5] Forbes. (2023). ¿Cuánto le aporta ser nómada digital a la economía colombiana? Forbes. https://forbes.co/2023/09/14/capital-humano/cuanto-aporta-nomada-digital-a-la-economia-colombiana  

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